Redacción Guayaquil
Carlos Sandoval intentó atravesar el río Chahué Grande, en su camioneta. Pero, ayer, la corriente no le permitió regresar a su propiedad, en el recinto Esperanza Grande, en Bucay (Guayas).
Dejó el vehículo a un lado de la vía lastrada, muy cerca del pequeño puente que colapsó el pasado martes. Ahora, para llegar a su casa debe caminar, por lo menos, una hora, a paso ligero.
La infraestructura, levantada en 1998, estaba deteriorada y se cayó mientras pasaba una volqueta cargada con ripio. Era un paso estratégico para los vehículos que movilizan los productos que se cultivan en esa zona.
Sandoval es de Chimborazo, pero vive en Bucay desde hace 42 años. En su propiedad, de siete hectáreas, cultiva guineo orito. Cada dos o tres semanas, moviliza entre 80 y 100 cajas de la fruta.
Ayer, el ceño fruncido en su rostro evidenciaba su malestar. Aún no sabía si hoy podrá sacar la producción al centro de acopio.
Todo dependerá del clima. Si las precipitaciones son fuertes o constantes en la parte alta, la creciente impedirá el cruce por el cauce del río. Ayer, el nivel del agua no tenía más de 50 centímetros y la camioneta de Sandoval se quedó varada.
Fausto Bustamante también es un pequeño productor de orito. Él nació en Chimborazo, hace 52 años, y llegó a Bucay a los 14 años.
Además de cultivar la fruta, se encarga de transportar su producción y la de sus vecinos. Cuenta que en los recintos La Esperanza, Adolfo Claire, Los Shuaras y Santa Clara, el orito es la principal fuente de ingreso, le sigue de cerca la producción de leche.
Con una mirada a las extensas áreas cultivadas se puede confirmar esa realidad. Bucay es un cantón con clima húmedo.
En el sinuoso terreno, los cultivos forman grandes cuadrículas que comparten espacio con la vegetación nativa: espesos matorrales y árboles por encima de los cinco metros.
Desde estas comunidades se moviliza, en promedio, unas 3 000 cajas de orito por semana. Son cerca de 15 propiedades medianas dedicadas a la producción. Están involucradas, directa e indirectamente, 100 familias.
Con su camioneta con capacidad para tres toneladas, Fausto Bustamante sí pudo atravesar ayer el cauce del río. “Si hay una lluvia fuerte, será difícil hacerlo, por la fuerza del río”.
Lorens Olsen, alcalde de Bucay (cantón Antonio Elizalde), dijo que el nuevo puente estará en dos meses. Los estudios están adelantados y es una obra considerada dentro de la emergencia.
Pedro Guzmán, jefe de Obras Públicas del Municipio de Bucay, aseguró que la nueva estructura tendría unos 25 metros de longitud por tres de ancho.
La Prefectura debe enviar los técnicos para evaluar el estado de las bases y determinar el diseño del nuevo puente.
Ya cerca del mediodía de ayer, José Manobanda miró al cielo y aseguró que en la noche no lloverá. Eso tranquilizó a sus vecinos.
Esa fue una buena noticia, por ahora. Quienes lo conocen cuentan que es uno de los fundadores de La Esperanza.
Llegó hace 45 años desde San Pablo de Atenas, en Bolívar. A sus 61 años, solo espera que las cosas en el recinto La Esperanza Grande mejoren.
Una mancomunidad
La Comisión Técnica de las prefecturas de Guayas, Azuay y Cañar creó una mancomunidad, para ejecutar obras y gestionar los recursos para los trabajos de mitigación de las inundaciones.
Las obras tienen un costo de USD 11 millones para las tres provincias. USD 7 millones serán destinados para Puerto Inca (Guayas). En Cañar hay otras dos obras valoradas, inicialmente, en USD 1 900 000. En Azuay, dos obras más por USD 800 000.
La mancomunidad enviará una carta al Presidente de la República para solicitar recursos.