Trabajos de reconstrucción en la zona cero, con retrasos

En la avenida 108, de Tarqui, se realizan obras para reparar una caja en la que se depositan aguas servidas. Foto: María Victoria Espinosa / EL COMERCIO

En la avenida 108, de Tarqui, se realizan obras para reparar una caja en la que se depositan aguas servidas. Foto: María Victoria Espinosa / EL COMERCIO

En la avenida 108, de Tarqui, se realizan obras para reparar una caja en la que se depositan aguas servidas. Foto: María Victoria Espinosa / EL COMERCIO

En la parroquia Tarqui de Manta, la música a todo volumen y las voces de los comerciantes, que con megáfonos anunciaban sus productos, fue reemplazada por el ruido de las máquinas que continúan con los trabajos de reconstrucción.

En este sector, denominado como la zona cero, se realizan dos proyectos de reconstrucción desde julio del 2016: una nueva red de agua potable y alcantarillado sanitario y el soterramiento de las redes eléctricas y de telecomunicaciones.

La entrega de estos trabajos estaba prevista para diciembre próximo, antes de Navidad. Pero hasta este último martes (7 de noviembre), se registraba un 15% de retrasos del tiempo planificado inicialmente. En varias calles hay profundos orificios donde se hacen los trabajos, y otros solo están rodeados cercados.

Los contratistas señalaron que han tenido inconvenientes que han frenado el progreso de las obras. Como las fuertes lluvias de meses pasados y la falta de documentación que debía entregar el Municipio.

Andrea Gonzales, administradora del proyecto de soterramiento de redes eléctricas y telecomunicaciones en Tarqui, señaló que uno de los problemas que encontraron en el territorio fue que el Municipio no contaba con un catastro actualizado del suelo.

Por ello debieron hacer zanjas para inventariar el terreno y así evitar que las perforaciones dañaran tuberías o acometidas domiciliarias antiguas. Esas excavaciones no estaban contempladas en el cronograma inicial y ocasionaron un retraso de casi un mes.

También, debieron esperar a que se coloquen las nuevas redes de agua potable y alcantarillado para iniciar con el soterramiento del cableado eléctrico. “Iremos entregando por partes y hasta enero esperamos terminar la obra”.

En el caso del agua potable, el inconveniente radicó en que al hacer las pruebas de funcionamiento se detectaron fugas y por eso se abrieron nuevamente las calles.

Esos retrasos preocupan al sector hotelero y comercial de Tarqui. Sus representantes esperaban reabrir sus negocios para Navidad y así reactivar su economía. Pero mientras haya polvo y maquinarias haciendo ruidos y cerrando calles, no lo podrán hacer.

Marlon Dávila, vicepresidente del movimiento ciudadano Tarqui Vive, señaló que diciembre era una oportunidad para revivir a la parroquia.

Él afirmó que de los 3 000 comerciantes que trabajaban en la zona, solo 1 834 están ubicados en el Centro Comercial Nuevo Tarqui.

Los demás se quedaron para reactivar la zona, pero les ha tocado buscar trabajo en cantones cercanos como Rocafuerte. Otros han intentado reabrir, pese a que los trabajos de reconstrucción ahuyentan clientes. José Alarcón, de 70 años, es uno de los comerciantes.

Alarcón tiene un local en el que vende artículos para decorar fiestas, que lo abrió nuevamente hace tres meses. Pero debe cerrarlo varias horas al día mientras las máquinas trabajan. El ruido no deja escuchar a los clientes y el polvo, que se levanta daña los productos, en los que invirtió USD 10 000. “Prácticamente no se vende nada. Estamos aquí porque no queremos que esta zona, que era el corazón comercial de Manta, se muera”.

En la calle 108, donde se ubica el local de Alarcón, hay solo cinco negocios abiertos de los 60 que habían antes del sismo. En esa avenida se corrigen trabajos de alcantarillado. Una de las tuberías se averió y hay una fuga de aguas servidas.

Según el Consorcio Tarqui, la calle quedará terminada en 15 días y los trabajos se entregarán hasta el 24 de diciembre de este año.

La Empresa Pública Ecuador Estratégico, encargada de las obras de la reconstrucción en Manabí y Esmeraldas, reconoció que ha habido retrasos en las obras, pero que se cumplirá con el plazo final establecido para entregarlas.

Pero los moradores señalaron que la reconstrucción no debe terminar con estas dos obras. Por eso, cada sábado unas 30 personas se reúnen en el parque de la comunidad para hablar sobre lo que necesitan. “Es urgente cambiar la estética del lugar. Demoler los edificios en mal estado e incentivar a los comerciantes a que vuelvan a construir”, dijo Dávila.

El vicealcalde Eduardo Velázquez afirmó que se están gestionando recursos económicos para invertirlos en proyectos que incentiven el turismo y el comercio como parques y mercados. Además, afirmó que ya se tiene un cronograma de demoliciones, que debe cumplirse hasta diciembre de este año.

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