Tania Tinoco nunca pasó desapercibida. Las personas la aceptaban o rechazaban por sus convicciones políticas, pero a nadie le era indiferente su presencia.
Esta machaleña de 58 años supo siempre que quería ser periodista. Por esto es que a los 15 años, cuando estudiaba en un colegio católico en Guayaquil, logró entrevistar a José Luis Rodríguez, El Puma, tras insistir al representante del cantante.
Es por esto que a nadie en su familia le sorprendió cuando ingresó a Ecuavisa con apenas 20 años. Su primera parada fue el área de archivos del canal. De ahí pasó a ser reportera, presentadora de noticias y directora.
Fueron cerca de 40 años de trayectoria en el canal. La actividad que marcó su paso por el canal es la de haber presentado el espacio Telemundo a medianoche, primero con Alberto Borges (+). Tras la muerte del gallo del cerro ella asumió la dirección del espacio y tuvo como acompañante a Luis Soto. El espacio salió del aire a causa de la pandemia.
“La he visto crecer profesionalmente hasta convertirse en una de las periodistas más importantes del Ecuador… Alabo su inteligencia y su dedicación continua”, expresó Alfonso Espinosa de Los Monteros.
En su vida profesional alternó la televisión con la radio y la prensa escrita. También combinó las noticias con un programa en el que hablaba de espiritualidad, energías y solidaridad.
Con la cámara encendida hablaba lento y subrayaba cada una de sus palabras. Cuando las luces del estudio se apagaban siempre tenía una risa, una frase de aliento o un consejo firme para sus compañeros de trabajo.
En Ecuavisa, el personal la recuerda por dos gestos que tenía cada fin de año. El primero, buscaba donaciones de leche chocolatada y pan de pascua, las que eran repartidas entre personas en situación de calle y entre los familiares de pacientes de los hospitales públicos que pasaban la noche en las veredas a la espera de noticias de sus allegados.
El segundo gesto se daba el último día que trabajaba todo el personal, antes de comenzar a hacer los turnos de fin de año. Tinoco reunía a todas las personas que estaban en el canal esa noche.
Guardias, conductores, personal técnico, camarógrafos; todos recibían el número de una rifa en la que se repartían los regalos que había recibido de empresas e instituciones. Todo el personal se llevaba algo, sea un pan de pascua, una botella de licor o una canastilla.
Tras la tómbola, hacía un brindis con leche chocolatada y pan de pascua. En su discurso hablaba siempre de la espiritualidad y solidaridad que se deben renovar cada Año Nuevo.