El barrio El Pampón, en el norte de la isla, fue afectado por el terremoto. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO
Los habitantes de la isla de Muisne, al sur de la provincia de Esmeraldas, que no perdieron sus casas en el terremoto, no están de acuerdo con dejar la isla para vivir en Bunche.
Ese es el sitio en el continente designado por el Gobierno para reubicar a la población.
La isla, que es la cabecera cantonal de Muisne con más de 7 000 personas, fue declarada zona de alto riesgo por la Secretaría de Gestión de Riegos, porque está amenazada por tsunamis e inundaciones.
La propuesta de reubicación voluntaria se profundizó con los temblores del 9 de julio.
Bunche está a 1,5 km del centro poblado de Muisne en el continente, en donde se han instalado carpas para 1 200 personas que perdieron sus casas tras el terremoto del 16 de abril y las réplicas del 18 de mayo.
Esta zona es considerada segura según el mapa de inundaciones de Gestión de Riesgos, ya que está a 10 metros sobre el nivel del mar.
En Bunche, el Miduvi realiza el desbroce de vegetación en un terreno de 109 068 m2, luego de analizar la calidad de suelo y el tipo de construcción que se necesita.
Bayardo Ramírez, coordinador del Miduvi Zona 1, dijo que el lugar es apto para un proyecto de plataformas -tipo escalonadas-, donde se construirán
1 000 viviendas sismorresistentes; se trabaja en el diseño.
Esos terrenos eran de propiedad de Flavio Colorado, por lo que se emitió una resolución ministerial que los declara de utilidad pública, con fines de interés social y ocupación inmediata del área.
Pese a la decisión de reubicar a 1 000 familias aún no se conoce el plan de este proceso, según el director de la Unidad de Gestión de Riegos del Municipio de Muisne, Elí Torres.
Habitantes de la isla, como Alexandra Sabando, dicen que pese a los riesgos no saldrá, porque ahí crecieron y es su lugar de trabajo. Ella se dedica a la recolección de concha y cangrejos. Su casa fue una de las 260 que se desplomaron en el barrio Santa Rosa -el más grande de la isla – con el terremoto. Las dos hijas de Sabando ayudan a reconstruir la vivienda con madera y caña.
Las casas de la isla son de madera y caña, y hay unas pocas de construcción mixta. Se levantan sobre un terreno fangoso y arenoso, que es inestable.
Tras los eventos naturales, las entidades públicas -en su mayoría- se han traslado al nuevo Muisne, a cinco minutos, pasando el río en bote. Ahí están el Municipio, el hospital y dos centros educativos.
Simón Vilela, del barrio San Pablo -junto al manglar-, contó que el traslado de las unidades educativas al continente representa a los padres de familia hasta USD 1,50 diarios, que deben pagar por la lancha, cuyo pasaje cuesta USD 0,25.
Vilela dijo que no les alcanza. Su canoa está acoderada cerca de su casa, porque no ha podido pescar, debido a la poca producción. Lo mismo ocurre en los barrios El Progreso, Bellavista y San Pedro.
En el Muisne continental hay poco movimiento. La presencia de Ban Ecuador aglomera a la gente que pide créditos para pesca, artesanía y turismo.
Los muisneños están de acuerdo con la construcción del puente que una la isla con el continente, para evacuar en emergencias, comenta el habitante José Mero. Según Angel Bernal, exalcalde y secretario del Concejo, la distancia aproximada es de 400 metros.
El presidente Rafael Correa dijo -en la última sabatina- que en el 2012 sin que les correspondiera se hicieron los estudios para el puente y estuvieron listos el año pasado. El costo será de USD 20 millones.
El puente solo será para tricimotos, ciclistas y peatones, porque la idea es que esa isla quede como sitio turístico, no de vivienda permanente. “No vamos a reubicar al que no quiera moverse, pero hay mucha gente que perdió su vivienda o que no la perdió, y que sabe el riesgo que corren ellos y sus familias”, dijo Correa.
El cambio en Muisne
Los habitantes de la isla de Muisne, cabecera cantonal del cantón del mismo nombre, hacen sus trámites en el continente, donde el Municipio funciona desde hace dos meses.
Líder Góngora, habitante de Muisne, opinó que no está claro si la isla seguirá siendo la cabecera cantonal o no, una vez que todas las entidades del sector público pasen al continente, como dispuso el Ejecutivo, por seguridad.
Bernal indicó que la preocupación está en que no se ha explicado el alcance de la declaratoria de riesgo; no se ha hablado sobre cambiar la cabecera cantonal. Aunque, el Concejo aprobó una resolución para que todo se despache desde el continente, por el estado del edificio municipal, después del 16 de abril.