Pedernales es uno de los cantones manabitas más afectados por el terremoto del 16 de abril pasado. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
La demolición de algunas casas de Pedernales avanza. Los muros y las columnas caen mientras la maquinaria destroza las piedras. En medio de ese panorama, los damnificados esperan a que la ayuda llegue de las diferentes partes del país y el mundo.
Mientras tanto, unos aguardan a que la situación mejore y puedan reconstruir su ciudad. Otros prefieren enviar a sus familias a un lugar seguro. Y unos pocos están indecisos.
“Nunca nos imaginamos que viviríamos algo así. Mis hijos están traumados porque no pueden dormir ni vivir tranquilos”. Estas palabras las compartió Marjorie Cagua, quien vivía en una casa arrendada que se desmoronó cerca del centro de Pedernales. Tras el terremoto de 7.8 grados en la escala de Richter, la vivienda quedó inhabitable y perdió todas sus cosas.
La mujer, quien trabaja junto a camaroneros, explicó que, por el momento, ella no saldrá de este cantón pero espera que sus hijas partan hacia Guayaquil con su padre. “Nos separamos y pienso mandarles para que pasen una mejor vida. Mientras tanto me quedaré en mi Pedernales para ayudar en la reconstrucción de mi pueblo. Posteriormente iré a reunirme con mis hijos”, dijo.
Relató que el día del terremoto se quedaron con lo que llevaban puestas. “Se que con la fe, que es una fuerza expansiva que nos une, podremos salir adelante”, dijo entre lágrimas y dijo que este hecho no es el fin es el principio de una vida nueva. “No podemos cambiar este hecho. Lo que sí debemos hacer es comenzar una vida”, señaló.
Otra persona oriunda de Pedernales es Ángela Cagua. Ella ya tomó la decisión: no salir de Pedernales, porque es su tierra natal. “Aquí nací y aquí me quedaré hasta que muera. No me voy a ir”, señaló.
La mujer de cabello canoso contó que ella formó su vida en este pueblo costero. Crió a sus hijos y aprendió a salir adelante. “Somos parte de una familia numerosa que se ha forjado sola y nos negamos a irnos”, contó.
La incertidumbre de los núcleos familiares de esta localidad es grande. Algunos no saben el rumbo que tendrán sus vidas, por lo que aseguran todavía no tener un plan.
Paola Mera es una joven madre de dos hijos. Está en el albergue del Colegio Técnico de Pedernales. “No veo futuro, porque no sé si quedarme o irme de la ciudad que me vio nacer”, señaló mientras le daba de comer a su hijo de un año.
Al momento, ella y sus familiares están en una de las carpas de este albergue. “Tenemos lo básico pero aún debemos pensar qué hacer”, indicó.
La vida de las familias de esta localidad cambió hace 10 días, cuando la tierra empezó a moverse y provocó daños en casas y dejó fallecidos, heridos… Ahora solo les queda continuar y ayudar a que su pueblo salga adelante.