El invierno que afecta a los barrios marginales y a la zona rural de Santo Domingo de los Tsáchilas incide en la proliferación de zancudos y moscas.
Yolanda Castillo tiene 30 años y llegó ayer a las oficinas del Servicio de Erradicación de la Malaria (SNEM). No podía estar de pie y su voz era débil.
Ursulina Quiroga le ayudó a recostarse en un par de sillas. “Mi hija también tiene fiebre, dolor de garganta y de los huesos. Es por las picaduras de los zancudos”.
A Quiroga le realizaron un examen de sangre. El propósito: determinar si tiene paludismo.
Ella contó que su familia vive en la cooperativa Ciudad Nueva, en la vía a Chone. Las lluvias de las últimas semanas son la causa para que en este poblado se formen inmensos charcos. “En la noche, nubes de mosquitos invaden nuestras casas, toda mi familia está muy enferma”.
Hasta el hospital Gustavo Domínguez, también han llegado personas con síntomas similares. Ayer, en los pasillos, Miriam Moreira estaba muy desesperada. La razón: su hijo, Xavier Vinueza, tenía síntomas de paludismo.
Ellos viven en el km 3 de la vía a Quevedo. “Mi hijo tiene un dolor insoportable de huesos, fiebre y se puso pálido. Espero que no sea por los mosquitos”.
El coordinador de emergencia de esta Casa de Salud, Luis Caizaguano, informó que los casos de paludismo y dengue clásico están dentro de los parámetros normales. Lo mismo sucede con la mordedura de culebras, pues el agua facilita la llegada de los reptiles.
En lo que va de 2010, El SNEM ha realizado 4 260 exámenes . Solo se encontró un caso de paludismo vivax y uno de falsíparum, este último es el mortal. En 2009, fueron 26 966 pruebas, de estas seis fueron vivax y tres falsíparum.
Para disminuir los efectos y la proliferación de enfermedades tropicales, el SNEM ejecuta un plan de fumigación. Raúl Zambrano, secretario de las operaciones de campo de esta entidad, explicó que se trabaja en cinco áreas en Santo Domingo.
Según el funcionario las fumigaciones se extenderán hasta que terminen el período invernal.