Dos días después del derrumbe de ocho casas, las familias damnificadas de la cooperativa Brisas del Salado, en la Trinitaria, en el sur de Guayaquil, esperan la ayuda de organismos de socorro
Cerca de la orilla del estero Salado, ayer se encontraba Rocío Lino Muñiz, hermana de una de las afectadas, cocinando con lo poco que lograron conseguir.
La noche del martes, ocho familias se quedaron sin hogar luego de que un deslizamiento de tierra las arrastrara al Salado. Catalina Lino Muñiz, perjudicada, dijo que pasaron la noche en la calle con frío, turnándose entre los vecinos para hacer vigilancia por lo peligroso de la zona. También contó que la Policía constantemente pasaba por el sector.
Jury De Janon, coordinador provincial de respuesta de la Secretaría de Gestión de Riesgos, dijo que un día antes de la tragedia, el personal de la entidad informó a los habitantes que la zona era insegura. “Estuvimos el martes a las cuatro de la tarde y se les dijo que abandonaran las casas, pero no quisieron”. Esa noche a las 23:30 un estruendo en la tierra sacó a todos a las calles.
Además, De Janon informó que siguen en riesgo dos casas más y que a los perjudicados se les ofreció conseguirles albergues, pero se negaron a dejar el lugar. Según el censo 15 adultos y 17 niños son los damnificados.
Verónica Lázaro, afectada, dijo que se les informó del riesgo después del derrumbe. Confirmó que ayer se les ofreció albergue pero no se quieren ir de su barrio.
Ayer, a las 11:00, personal del Ministerio de Inclusión Económica y Social llevó a las familias afectadas colchones, víveres como arroz, azúcar, aceite, atún, kits de limpieza, toallas y toldos.
La Secretaria de Educación del Guayas estuvo en el lugar recogiendo datos de los niños para entregar uniformes y útiles.