Con mucho cuidado, una decena de investigadores retira con delicadeza la arena que cubre parte del Inkawasi o Casa del Inca.
El Inkawasi es el complejo más importante de la presencia de la cultura incaica en el norte del actual Ecuador, según los especialistas. Está ubicado en la parroquia Caranqui, al sur de Ibarra. Se presume que allí vivió Atahualpa, el último monarca inca.Pese a su importancia, algunos vestigios arqueológicos han sido robados por los saqueadores, por falta de seguridad.
El grupo de investigadores es dirigido por la arqueóloga Tamara Bray, de la Wayne State University, en Estados Unidos.
Utilizando brochas y minúsculas palas, los técnicos estadounidenses y ecuatorianos buscan pistas que permitan desentrañar los secretos que guarda este predio de 5 000 metros cuadrados. “Queremos saber cómo fue este sitio y para qué se usaba”.
Así comenta Bray mientras mira una especie de piscina a desnivel, de 10 por 20 metros. El lugar está rodeado por paredes y canales construidos con piedra labrada. Esta estructura fue descubierta en el 2006. La erosión del suelo, provocada por las lluvias, sacó a la luz esta obra, que se considera que quedó inconclusa.
Ese año, el Municipio adquirió el predio, que estaba en manos privadas, para preservar los vestigios. En ese entonces también llegó Bray, para hacer la investigación, financiada por una beca que se ganó en la universidad.
Firmó un convenio para trabajar junto al Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultural del Cantón Ibarra (Fonsalci). Pero el acuerdo quedó en el aire cuando las actuales autoridades municipales eliminaron dicha dependencia, hace un año.
Esta semana, tras una ausencia de seis meses, Bray regresó al Inkawasi. Estuvo buscando financiamiento para proseguir con las prospecciones. Se sorprendió al ver que muchas piezas, como una roca con un agujero, que se cree que era un desaguadero de dicho estanque, desaparecieron. “Eso dificultará más el esfuerzo por leer el pasado”.
El saqueo de piezas arqueológicas es un problema constante en Imbabura. Así lo considera el arqueólogo y antropólogo José Echeverría, funcionario del ex Fonsalci. “La gente cree que en todos los restos arqueológicos hay oro”. Pidió que se devolvieran las piezas, que pertenecen a todos los ecuatorianos.
El problema es la falta de un cerramiento en el complejo, comenta Bray. En el complejo, solo unos cuantos alambres de púas protegen dos de las cuatro calles que circundan el predio histórico. También hay un guardia que cuida el amplio sitio, que más de una noche ha sido visitado por buscadores de tesoros.
Para Fabio Carranco, director de Planificación del Cabildo, el inconveniente es la falta de recursos. Comenta que el Ejecutivo aprobó un proyecto para la conservación integral del patrimonio cultural, histórico, arqueológico y natural de Ibarra. La propuesta es por USD 26 millones.
Con esos recursos, asegura, se realizarán los estudios y la rehabilitación de varias obras, entre ellas el Inkawasi. Pero los trámites no avanzan, dice.
El Ministerio Coordinador de Patrimonio realiza las contrataciones a través del portal de compras públicas y todo eso demanda tiempo, expresa Carranco.
Hasta que haya dinero, Bray, la historiadora Tamara Estupiñán y una decena de estudiantes tratan de rescatar los restos arqueológicos que quedaron.
Desde el complejo se observa una estructura de tubos metálicos que se construyó para que funcione el centro de interpretación o explicación del Inkawasi.
Este curioso diseño, ubicado al ingreso del predio, también ha generado polémica. Se construyó con el material que inicialmente se iba a usar en una cubierta para proteger el complejo.
Los arqueólogos se preguntan cómo es posible que se haya destinado la plata para armar un centro que altera el entorno histórico del complejo arqueológico, en vez de construir el cerramiento y realizar los estudios.