En Santo Domingo de los Tsáchilas abundan los bosques centenarios

En el Pedregal. Leoncio Herrera muestra las raíces gigantescas de un árbol que está en una de sus montañas. Juan Carlos Pérez/EL COMERCIO

En el Pedregal. Leoncio Herrera muestra las raíces gigantescas de un árbol que está en una de sus montañas. Juan Carlos Pérez/EL COMERCIO

Las personas particulares, en Santo Domingo, le apuestan a la auto conservación de la naturaleza.

El agua, los árboles y la tranquilidad son los mejores amigos de Luis Ojeda quien vive en el recinto Alma Lojana a 40 minutos del centro de la urbe. Él tiene un bosque protegido de 30 hectáreas.

Su finca es de alrededor de 130 hectáreas. La producción agrícola y de ganado son sus principales fuentes de ingreso. “Cuidar a la naturaleza se ha convertido en una pasión para mí”.

Algo similar piensa Leoncio Herrera. Él tiene 120 hectáreas de bosque. Hace cinco años compró una finca, de 230 hectáreas, en la pre parroquia de San Gabriel del Baba. Está ubicada a 16 kilómetros de la ciudad. El principal atractivo de su finca son los petroglifos (dibujos en piedras gigantes).

Jorge Lituma, técnico del Ministerio del Ambiente, afirma que en la provincia se preservan alrededor de 100 000 hectáreas. Pero en el  programa Socio Bosque se conservan 794 hectáreas. Con la iniciativa buscan que individuos, familias y empresas que tengan  territorio con vida silvestre preserven el ambiente. En la actualidad se registran 28 socios.

Luis Chanchay, especialista en bosques y biotécnico, señala que está de moda el término conservación. “Las personas han dejado de creerse los seres más importantes de la tierra y se  han unido para trabajar con las demás especies”.

Raúl Cuadrado asegura que aprendió de su padre Luis a preservar el bosque.  “Papá, que en paz descanse, fue el propulsor de cuidar los árboles. Eso es lo único que le dejaremos a las futuras generaciones”.

Cuadrado tiene 81 hectáreas de bosque. Allí se encuentran árboles frutales, maderables y medicinales. Para él, la naturaleza es el mejor lugar para meditar y relajarse.

Para Ojeda caminar por el bosque es una forma de desconectarse del mundo. “Mi familia será la principal beneficiada de este sitio en el futuro”.

Según la Constitución, en el artículo 10, capítulo 4, se estipula  que las personas particulares tienen derecho a preservar el ambiente en sus territorios. En base a esta Ley Lituma dice que lo que hace el Estado es incentivar a las personas con bonos de preservación. “Las personas que se inscriben en Socio Bosque reciben USD 30 por hectárea en el año”.

Pero algunos conservacionistas como Herrera prefieren trabajar por su cuenta. Él le apuesta al ecoturismo. En este año ha trabajado en la creación de los senderos ecológicos para recibir turistas.

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