Los reptiles tienen un centro de investigación en Cuenca

El serpentario es parte de un proyecto de conservación del zoológico de Amaru. Foto: Xavier Caivinagua/ EL COMERCIO.

Un total de 20 especies de serpientes son el atractivo del Centro de Conservación de Reptiles que adecuó el zoológico Amaru de Cuenca, en el sur del Ecuador. En ese espacio, que fue creado para el rescate y rehabilitación de animales, viven también variedades de cocodrilos, tortugas y saurios.
Ese serpentario es parte de un proyecto de conservación que desarrolla Amaru con los reptiles, que incluye la rehabilitación de animales rescatados, investigación científica, monitoreo en el hábitat natural y educación de la población. Para este último objetivo está el área de exhibición, en el que los visitantes pueden conocer las características de las especies que cuida el zoológico. La mayoría fue rescatada del tráfico de animales.
Junto al serpentario está el área de investigación. Se trata de un invernadero ambientado a 26 grados de temperatura promedio y con 70% de humedad para simular el calor tropical. Allí, se estudia a las especies raras de reptiles o que están en peligro de desaparecer, principalmente serpientes y saurios.
Unos 40 animales habitan en terrarios (una recreación del hábitat en espacios reducidos) y separados por especies. El objetivo de la investigación es aprender sobre ellos como su modo de vida, métodos de reproducción, alimentación, hábitat, peligros a los que se exponen…
Según el director del zoológico, Ernesto Arbeláez, los reptiles no reciben la misma atención de la ciencia que otras especies, como mamíferos y aves, por eso aún hay mucho que descubrir sobre ellos. A ese lugar llegan especímenes que no tienen registros científicos y en ellos se enfoca el trabajo investigativo.
Uno de los proyectos actuales es el monitoreo de una serpiente venenosa de la familia de la X, que fue hallada en la cuenca del río León, en el sur de Azuay. Esta variedad es desconocida para la ciencia, no tenía registros fotográficos y se conoce poco de su forma de vida.
Algo similar ocurre con una variedad de riamas, que son lagartos diminutos de 20 centímetros, que habitan en las estribaciones orientales del país. Esa especie fue descrita por estudiosos extranjeros en la década del 60 y hasta hace un mes no se la volvió a ver. Ahora hay cinco individuos que están bajo observación en el centro.
En ese proyecto trabajan investigadores de la organización científica Tropical Horping, aliada del zoológico Amaru. Uno de los expertos es José Vieira, quien acaba de hacer un registro fotográfico en el sur delAzuay de más de un centenar de reptiles y anfibios poco comunes. Él aporta con su conocimiento científico para monitorear las especies.
La investigación también se hace en el hábitat natural para conocer su estado y promover su conservación, pero sobre todo para buscar nuevas especies. Uno de los resultados de ese monitoreo fue el descubrimiento de una serpiente endémica de El Cajas, luego de siete años de investigación de su modo de vida, su biología se comprobó que era una nueva especie y en el 2013, se le bautizó con el nombre Amaru.
El objetivo del proyecto es convertir al Centro de Conservación en un arca de reptiles, en donde habiten pequeñas poblaciones que aseguren que esas especies no desaparezcan, dice Arbeláez.
Cuando los animales llegan en condiciones de ser reinsertados a su hábitat ingresan a un área de cuarentena, en donde se los rehabilita para su liberación. Además, cada año, se liberan diferentes especies de tortugas, que son las que más se rescatan del tráfico de animales.