Los incendios forestales generan emergencias en Ecuador, incluidos los que han ocurrido en Quito. Pero, estos no son los únicos eventos que debemos tomar en cuenta en una gestión de riesgos.
Terremotos, erupciones, deslaves, inundaciones y más están en el abanico de posibilidades que enfrenta el país y sus diversos rincones.
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Emergencias, prevención y protocolos
Un paso crucial a la hora de enfrentar emergencias en una ciudad, cantón u otros puntos es mantener actualizado el plan de ordenamiento territorial.
Christian Rivera, experto en Seguridad y Gestión de Riesgo de la Universidad Central, es claro en que el plan debe incluir los riesgos, las amenazas y la adaptación al cambio climático.
Se debe tener el detalle de cómo será la atención prehospitalaria, seguridad y educación. Es decir, tener un inventario para apuntar a la gestión para la reducción de riesgo.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) define que por cada dólar invertido en prevención se ahorra hasta 12 en respuesta.
Planificación del uso del suelo
Una vez identificados los riesgos, Rivera pone énfasis en la planificación del uso del suelo. Un ejemplo de aquello es lo ocurrido en La Comuna, con el aluvión que cobró más de una veintena de vidas, en 2022 y luego dos, en 2024.
¿Qué se puede construir? ¿Qué tipo de actividades se pueden desarrollar? “Nada existe sin un plan de ordenamiento territorial”, dice Rivera.
Las amenazas sísmicas, volcánicas, incendios forestales, inundaciones, sequías, entre otras, son parte de los eventos que deben estar identificados.
En el caso de Quito, por ejemplo, hay cinco zonas priorizadas ante los riesgos por las fuertes lluvias. Se trata de la cuenca alta del río Machángara, Laderas del Pichincha, Río Pita, escombrera El Troje y el sistema vial del Distrito.
Al menos 150 puntos de la capital son considerados zonas de riesgo de desastres.
La gestión de riesgos es urgente
Cristopher Velasco, presidente de la Asociación de Profesionales de Gestión de Riesgos de Ecuador, destaca que es importante conocer cuál es la percepción social del riesgo en la población.
Ese paso permite determinar si la información o contenidos que se entregan desde las instituciones competentes es la más pertinente.
El experto define que a partir de ese entendimiento de los conocimientos, aptitudes y prácticas se pueden implementar acciones de reducción de riesgos. Adaptación, por ejemplo, al cambio climático, con los oficios, medios de vida y necesidades de la comunidad.
Eso sí, deja claro que la gestión de riesgo no es igual a gestionar emergencias. El primero es un enfoque que permite promover la gobernanza.
¿Es solo una tarea de las autoridades?
Christian Rivera alerta que Ecuador es una sociedad que, prioritariamente, no planifica. Una comunidad que olvida que el tema de riesgos requiere de un pensamiento, una ejecución de propuestas constructivistas del tejido social.
Velasco, por su parte, detalla que es necesario tener un escenario multiamenaza, a una escala de parroquia, cantón y provincia.
Acciones en la comunidad
Uno de los pasos cruciales es que cada familia, sitio de trabajo y plantel escolar deben tener un plan de emergencia. Este debe incluir un reconocimiento del lugar, ubicación, materiales de los que está hecha, revisión de instalaciones.
Se suma un croquis, señalética, mochila de emergencia, guía de primeros auxilios y las funciones de cada integrante de la familia. Determinar sitios de encuentro.
Según el caso, habilitar áreas de refugio temporal, así como realizar una evaluación inicial de daños y necesidades, dando prioridad a niños, adultos mayores, personas con discapacidad y animales de compañía.
En prevención, sin duda, es menester contar con sistemas de alerta temprana que pueden salvar vidas. Uno de los aplicativos puede ser en lugares con riesgos relacionados con quebradas.
Acciones puntuales
En caso de incendios forestales, Edison Endara, especialista en Medicina Familia y Comunitaria, da cuenta de la necesidad de cerrar puertas y ventanas para que no entre ceniza y el humo.
Usar cinta para sellar lugares por los que pueda pasar la ceniza, así como el uso de mascarilla o un paño húmedo para cubrir nariz y boca. Cubrir alimentos es otro paso importante en las viviendas, así como, de ser el caso, las fuentes de agua.
Fuera de casa es fundamental usar ropa que cubra la mayor parte del cuerpo. No es recomendable realizar actividades al aire libre. La ceniza puede ocasionar problemas visuales, de la piel, ardor en la garganta, entre otras dolencias.
En violencia civil o atentado
En un atentado, sea por balacera o presencia de artefacto explosivo, hay que alejarse del lugar, de puertas y ventanas.
No se debe acercar a tomar fotos o a grabar videos. Si está en casa, colóquese detrás de columnas. Si está en la calle y está cerca de un vehículo, póngase detrás del motor o de las llantas.
Si hay vehículos grandes estacionados, puede colocarse debajo de ellos. Es vital atender posibles hemorragias, si no es atendida en 30 segundos, una persona puede morir. No abrir o manipular objetos o artefactos sospechosos.