Los nombres de algunos lugares del país tienen su historia. Este Diario inicia hoy una serie de tres entregas que revelan por qué, por ejemplo, Buena Fe, Los Bancos, La Maná, Manga del Cura se los conoce así.
Los Ríos
‘Bienvenidos a la Buena Fe’
En los años cuarenta llegó a lo que es hoy Buena Fe, en Los Ríos, Medardo Espinoza Cabezas. Uno de sus tres hijos, Alejandro, cuenta que su padre salió de Salitre (Guayas), porque se había ‘robado’ a la que sería su mujer, Rosa Figueroa, rumbo a la montaña, al norte. Se asentaron en un pequeño lote de terreno. Allí levantó una casita de caña, tapada con bijao, y comenzó a vender lo necesario (arroz, atún, fideo…) a los forasteros que pasaban por el lugar.
“A nuestra casa llegaba gente de todo lado y el que pasaba de noche se quedaba a dormir. Como andaban sin comer, mi madre les preparaba comida a cualquier hora de la noche”, dice Alba (67), hija de Medardo. Cierto día, dice Alejandro, un señor llamado Francisco Vera, en reconocimiento a la hospitalidad de sus padres y a la fe católica de Medardo le dijo que había que poner un nombre al lugar. “Cogió un carbón y escribió sobre la pared: Bienvenidos a la casa de la buena fe”.
Eso fue en agosto de 1943, narra el historiador Daniel Yépez. Pero la casa y el negocio duraron poco tiempo. Alejandro recuerda que a su padre lo mataron en 1948. “Tenía unos 33 años”. Lo llevaron agonizante a Guayaquil y allá murió. “Cuando regresamos encontramos la casa y la tienda vacía, no había quedado nada”.
Yépez dice que junto a la casa, don Medardo levantó una capilla rústica para orarle a San Jacinto, del que era muy devoto. “El 15 de agosto de 1943 hizo el primer rezo a San Jacinto”.
A los pocos años el lugar estaba muy poblado, en su mayoría por gente de Manabí. Alejandro Espinoza recuerda que entonces llovía constantemente, mientras en Manabí había sequía. Por eso migraron hacia el norte. “Llegaban en camiones, transportando burros, caballos, chanchos, gallinas…”.
Eso explica que el 70% de los cerca de 50 000 buenafesinos son de Manabí. Buena Fe, cantón desde el 2 de agosto de 1992, es agrícola por excelencia, produce cacao, café, banano, palma africana… Esto, sumado a su ubicación, en la vía entre Quevedo y Santo Domingo, lo convierten en uno de los cantones de mayor crecimiento de Los Ríos. Redacción Ecuador
Pichincha
Los troncos originan Los Bancos
A inicios de los años sesenta, el noroccidente de Pichincha era una región selvática y montañosa.
El Gobierno ofreció tierras a colonizadores de El Oro y Loja. Uno de los colonizadores fue Eleuterio Pesantez de 60 años. Él llegó desde Zaruma (El Oro) con el propósito de abrirse paso entre la montaña para formar una finca. Pero, un accidente, que le provocó la pérdida de un ojo, le obligó a abandonar este emprendimiento e instalar una tienda de abarrotes que tiene hasta la actualidad.
Pesantez cuenta que “habían árboles que no podían cubrirse entre cuatro hombres extendidos los brazos”. Este trabajo se lo hacía con hachas.
Los inmensos troncos servían para que los colonos descansen. Ese uso le dio el nombre a ese lugar que estaba formado por unas cuatro casa de madera y una vía. Por un par de años se le conocía como Los Bancos. Otros cuentan que un científico ecuatoriano en sus recorridos le dio el nombre de Los Tucos.
En 1962 llega desde España el padre capuchino Bernabé de Larraul. Él dio impulso al desarrollo local. Al mismo tiempo bautiza al poblado como San Miguel de los Bancos. El actual párroco, Julio Mejía cuenta que fue en honor a San Miguel Arcángel.
El padre Mejía comenta que también se le conoce como el cantón del amor, porque se creo un 14 de febrero de 1991. Aunque las fiesta patronales se celebran el 29 de septiembre que es el día de San Miguel Arcángel.
Hace 40 años, el Padre Bernabé puso la primera piedra de la iglesia local. Ahora es un hermoso templo que se construyó paso a paso en los últimos años. Al pie del altar mayor descansan los restos del padre Bernabé.
El 1964 se abre la carretera Calacalí-La Independencia. De esta forma se desarrolla la agricultura y el turismo por la rica biodiversidad en esa región de Pichincha.
A los habitantes de los Bancos, unos 20 000, se los conoce como sanmigueleños o sanmiguelenses. La extensión del cantón es de 801 km, la mayoría dedicada a la agricultura y ganadería. De a poco comienza a desarrolarse el ecoturismo. R. Santo Domingo
Costa
La ‘manga del cura’ Luis Pinto
En 1935, el sacerdote salesiano Luis María Pinto Parreño, párroco de Calceta (Manabí), visitó al director de la escuela de la parroquia Manuel Quiroga. Le comentó su afán de construir una carretera para llegar, en poco tiempo, a Santo Domingo y Quito. El párroco les dijo que para llegar al poblado había que construir una manga.
El manabita Galo Reyes hurgó en los archivos históricos de Calceta. Reyes señala que Pinto, otavaleño, explicó a las familias de la zona de las ventajas que traería esa vía para la agricultura. Los lugareños entendieron la sugerencia y optaron por unirse al proyecto del cura.
De esta forma abrieron las trochas hasta la localidad de Membrillo. En Quiroga consiguieron machetes, hachas, picos, lámparas. Haciendo picas llegaron a La Aurora, distante 50 kilómetros del primer tramo. En este sitio se unieron ya otros entusiastas finqueros.
En más años cruzaron Los Naranjos, Santo Domingo, Pupusá, Pescadillo. También los ríos Morena, Vainas, Esperanza, Oro y Cajones, este último cercano a la hacienda Dos Esteros.
Según el párroco de El Paraíso-La Catorce, Teódulo López Mejía, el nombre de Manga del Cura se debe a que el padre Pinto utilizó la palabra manga a la acción de abrir trochas en línea recta.
La intensa labor del padre Pinto fue la causa de su fallecimiento en 1927. Por su avanzada edad y una enfermedad que lo aquejaba. Las personas que trabajaron junto con él en esa labor, le dieron el nombre a la zona de Manga del Cura.
Uno de los poblados más importantes de Manga del Cura es El Paraíso-La Catorce, de unos 20 000 habitantes.
López afirma que este nombre se debe a que en tiempos de la Colonia la zona estaba dividida en lotes. En el 14 se levantó El Paraíso-La Catorce, que es una especie de cabecera parroquial de la Manga del Cura.
Esta es un área no delimitada de cerca de 700 km², que se disputan las provincias de Guayas, Manabí, Los Ríos y Santo Domingo de los Tsáchilas. A los habitantes de la Manga del Cura, que aspira a ser cantón, se los conoce como mangarunses. R. Santo Domingo
Cotopaxi
La Maná, alimento maravilloso
El historiador José Gonzalo Sampedro dice que la etimología de la palabra La Maná tiene varios significados. Cita por ejemplo, que en quichua Maná, significa negación.
Pero en sus escritos e investigaciones, asegura que Maná viene del hebreo MAN: que quiere decir alimento maravilloso que envió Dios a los israelitas en el desierto.
Para Sampedro, el segundo nombre es el más acertado. Indica que por la posición geográfica, el paisaje maravillo que le rodea y la fertilidad de su tierra donde se producen cítricos, maíz, caña de azúcar y café, hacen que haya adoptado tal nominación.
El cantón subtropical está a 150 kilómetros de Latacunga, en Cotopaxi.
Este maestro vive 34 de sus 76 años en La Maná. Recuerda que cuando llegó desde su natal Saquisilí atravesó la vía estrecha, de tierra y con constantes derrumbes. “Era toda una odisea llegar por esta vía a Latacunga…”.
Recuerda que en 1976 el pueblo estaba integrado por casas dispersas de madera y techos de cinc.
Danny Zambrano, que trabaja en el Departamento de Cultura del Municipio de La Maná, dice que esta población se parroquializó el 26 de octubre de 1957. Y el 29 de mayo de 1986 se convirtió en cantón.
Zambrano indica que el nombre La Maná también puede deberse al estar localizado al final de la Cordillera de los Andes por el lado occidental. “Se le atribuye como La Maná el femenino de mano. Es la mano que se dan entre la Costa y la Sierra”, afirma.
Otros historiadores, como Teresa Acurio Araque, definen el término como el maná, citado en varios versículos bíblicos, por la gran riqueza con la cual cuenta desde sus inicios.
El 80% de los cerca de 35 000 lamantinos, como se conoce a los habitantes del cantón La Maná, vive de la agricultura y ganadería. El resto del comercio y del turismo.
El cantón subtropical cotopasense se halla cruzado por ríos, quebradas y esteros. Redacción Ambato
Mañana. Palestina, El Empalme, ElGuabo y Lomas de Sargentillo.