La construcción de la represa Río Grande, en El Jobo, cantón Chone, Manabí, crea fricciones entre los habitantes de 30 comunidades y autoridades de la Secretaria Nacional del Agua (Senagua).
El reservorio -que almacenará las aguas de los ríos Mosquito, Garrapata y Grande- servirá para controlar las inundaciones que afectan a la zona urbana de Chone. Pero las 2 000 familias de la zona se oponen. Hace dos meses, los residentes de El Jobo no permiten el ingreso de desconocidos.Ramón de la Cruz dice ser uno de los perjudicados. “Creemos que unas 6 000 hectáreas -incluso las franjas de protección- serán inundadas, nuestras fincas quedarán bajo el agua”, dice.
“Quienes vivimos en el norte de Manabí no queremos la represa, por eso nos organizamos para no dejar ingresar a personas que nada tienen que ver en nuestro sector”, dicen los moradores. Cuatro controles, con 30 personas cada uno, son los filtros para saber quiénes pueden ingresar.
Además, los lugareños precisan que los representantes de la Senagua no tienen un censo sobre la realidad agrícola y sobre la infraestructura que existe en la zona. “No queremos que nos suceda lo mismo de hace 20 años, cuando construyeron la represa Daule-Peripa y nos desplazaron como animales” , dice De la Cruz.
Domingo Paredes, secretario Nacional de la Senagua, aclara que solo 240 familias son las ‘aparentemente’ perjudicadas. “El área para la concreción de la represa no será de1 000 hectáreas”,
Manuel Moreno, asesor de la Senagua, subraya que hay entre 80 y 100 personas que tienen desde media hectárea hasta 100 hectáreas. El funcionario cree que el proceso de diálogo con los agricultores avanza.
Este fin de semana, Domingo Paredes llegó a Chone pero no pudo reunirse con los lugareños.
Sin embargo, Moreno aseguró que llegaron a un consenso con una buena parte de los comuneros. “Estamos trabajando a buen ritmo en la socialización”.
El 3 de octubre próximo, el Gobierno entregará el 30 % del anticipo del valor de la obra a la compañía china Teisiju. Los trabajos comenzarán en enero del 2011.
En El Jobo, según los moradores, la paciencia es lo que más existe. “Seguiremos con nuestras guardias las 24 horas del día, no queremos la represa, no es por el dinero, es por nuestros ancestros, nuestras costumbres y el derecho a la vida”, explica De la Cruz. El costo promedio de la hectárea en la zona es de USD 3 000.