Monseñor Luis Gerardo Cabrera, arzobispo de Guayaquil, leyó desde el púlpito el mensaje del papa Francisco. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
Monseñor Luis Gerardo Cabrera, arzobispo de Guayaquil, leyó desde el púlpito el mensaje del papa Francisco. Este domingo 15 de abril del 2018, desde el Vaticano, el Sumo Pontífice anunció que recibió con dolor la noticia del asesinato del equipo periodístico de Diario EL COMERCIO, secuestrado en Mataje (Esmeraldas).
“Rezo por ellos y sus familias, y estoy cerca del querido pueblo ecuatoriano, alentándolos a avanzar unidos y en paz, con la ayuda del Señor y de su Santísima Madre”, fueron las palabras que repitió Cabrera durante una eucaristía en la Catedral Metropolitana San Pedro Apóstol, en el Puerto Principal.
La mañana de este domingo, su reflexión comenzó con un clamor por la paz. Luego nombró a quienes sacrificaron sus vidas durante el cumplimiento de su trabajo: los infantes de marina Luis Mosquera, Jairon Sandoval, Sergio Elaje y Wilmer Álvarez, víctimas mortales de una explosión el 20 de marzo en una carretera de Mataje; Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra, los comunicadores secuestrados el 26 de marzo cuando hacían reportajes en la misma zona fronteriza con Colombia.
El arzobispo de Guayaquil hizo un llamado también a la esperanza. “Hay muchas heridas que curar y solo el perdón lo hará (…). Jesús ofrece la paz; que resplandezca la justicia y la solidaridad”, recalcó durante la homilía.
El mensaje se cerró con una oración común, un Padre Nuestro por los fallecidos en la frontera norte. Los asistentes elevaron sus manos, pidiendo consuelo para sus familiares.
“Estamos aquí, en solidaridad con las familias, condenando el terrorismo y teniendo esperanza de paz para el país, sin descuidarnos de defender nuestra integridad territorial. También esta es una oración para quienes todos los días, con su trabajo de riesgo, transmiten la información”, dijo Guillermo Villacrés, uno de los asistentes a la misa.
Monseñor Cabrera pidió además a las autoridades una atención prioritaria a la zona de conflicto, reforzando las fuentes de trabajo en el sitio y estableciendo políticas públicas para que los habitantes del sector “no caigan en la tentación de comercializar drogas y otro tipo de cosas”.