Una mejor relación intercultural entre mestizos e indígenas y una urbe en crecimiento. Esos son los factores que resaltan en la ciudad de Otavalo, provincia de Imbabura, en los últimos 14 años.
En lo social hay más armonía entre los 52 753 habitantes de la zona urbana; el 60% es indígena, según el Municipio.
Raúl Amaguaña, presidente del Cabildo Kichwa de Otavalo, considera que el ascenso de Mario Conejo, el primer alcalde indígena -desde el 2000 hasta ahora- a un espacio de poder, contribuyó a elevar la autoestima de los kichwas locales.
Segundo Terán, vecino de Otavalo, cuenta que su abuelo le advertía que los indígenas no podían cruzar por el parque central de Otavalo hasta mediados del siglo pasado. “Había el riesgo que inspectores municipales les retuvieran el sombrero, a manera de sanción, hasta que ayudaran a barrer este espacio público”.
Si bien eso ya no ocurre, aún hay temas pendientes. “La interculturalidad no es solo trabajar y vivir juntos. Es conocernos y respetarnos”, explica Amaguaña.
Conejo, quien dejará el cargo este 14 de mayo, señala que la elaboración del Plan de Vida en el 2001, elaborado por mestizos e indígenas, ayudó a superar muchos complejos, como el racismo. Este plan, con una proyección a 25 años, determinó las obras prioritarias de este cantón, cuyo motor son la artesanía, el comercio y el turismo.
En el 2000, la ciudad de Otavalo tenía un déficit del 50% de servicios básicos (agua potable y alcantarillado), según el Sistema de Indicadores Sociales del Ecuador.
Hacia allá apuntó el Municipio. Hoy esta urbe tiene una cobertura del 100%, asegura el Burgomaestre. Sin embargo, de las 15 579 viviendas de la zona urbana y rural, 10 873 se abastecen de la red pública, indica el INEC.
Otro flanco fue la regeneración urbana. Se adoquinaron las vías y se ampliaron las aceras de 1,20 a 5 metros. La idea fue priorizar al peatón en esta ciudad con vocación turística.
El auge también se nota en la construcción en la urbe. El arquitecto Humberto Lema explica que Otavalo creció verticalmente, pero de manera anárquica. Una de las razones es una ordenanza municipal, promulgada hace 8 años, que permitió que se levantaran inmuebles de dos a cuatro pisos.
“La ciudad no tiene una identidad arquitectónica. Hay diferentes modelos de edificios, que alteran el entorno”.
El profesional considera que es una culpa compartida entre el Municipio, que no ha podido controlar las nuevas infraestructuras; los constructores, que aceptan todas las propuestas; y los clientes, la mayoría comerciantes indígenas, que llegan con diseños de residencias del exterior.
En la última década, el ‘Valle del Amanecer’ no ha logrado dejar de ser un inmenso mercado de artesanías y víveres.
El ordenamiento de las ventas es una tarea pendiente, que también estaba contemplado en el Plan de Vida, la bitácora de la actual administración.
A pesar de todo Otavalo es uno de los destinos preferidos de los turistas. De acuerdo con un estudio de la Casa de Turismo del cantón, 250 000 visitantes llegan al año a esta localidad, atraídos por la cultura indígena, las artesanías y la belleza paisajística. La mayoría viene de Quito, Colombia y Estados Unidos.
Según Conejo, se priorizó el arreglo del centro de la ciudad, con obras, como la remodelación de la calle Sucre, desde el parque central hasta el Mercado de Ponchos. “Armamos corredores turísticos”.
En el parque Simón Bolívar, el Centro Kinti Huasi y la Casa de la Juventud, entre otros, se instalaron sistemas de Internet libre. Sin embargo, falta una terminal terrestre y la remodelación de la Plaza de Ponchos. Para Lema, son tareas que debieron ser prioritarias en una localidad turística.
En contexto
En los últimos 14 años hubo un crecimiento de la ciudad de Otavalo. Con ello se solucionaron problemas de servicios básicos, como la dotación de agua potable y alcantarillado. También hubo un acercamiento entre sus habitantes. Pero todavía hay obras pendientes.
Punto de vista
El diálogo ayudó a los otavaleños
Luis A. Acosta, Director del Instituto Otavaleño de Antropología (IOA)
En los últimos años ha existido un diálogo permanente entre otavaleños, mestizos e indígenas. En este lapso, se ha logrado minimizar el tema del racismo y en ello ha incidido, por ejemplo, tener el primer Alcalde indígena de este cantón. En las últimas dos décadas se ha registrado un crecimiento y desarrollo de la urbe. La dotación de infraestructuras como agua potable y el tratamiento de desechos sólidos ha mejorado la calidad de vida de los habitantes. Sin embargo, entre los puntos críticos que se deben solucionar está la rehabilitación de la Plaza de Ponchos. El mercado artesanal debe cambiar su estructuración, porque se modificó el modelo para el cual fue creado.