Lisseth Alvarado y Rodrigo Beltrán (sombrero) verifican el estado de una cámara trampa en los páramos de Píllaro. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
Los 300 pobladores y autoridades de Baquerizo Moreno, en Píllaro, decidieron proteger al oso de anteojos que habita en los bosques del Área de Conservación y Uso Sustentable (Acuas) de la parroquia y del Parque Nacional Llanganates.
Esta iniciativa de los vecinos comenzó en septiembre del año pasado, luego de ataques de este mamífero al ganado del sector de Lagarto Cocha y parroquias vecinas.
Lorena Ortiz, técnica de Planificación de la Junta Parroquial, contó que el inusual hecho violento permitió que las autoridades aprobaran el proyecto para cuidar al oso. El plan consiste en identificar a los mamíferos que habitan en el sector, determinar su número y a qué distancia de las zonas de pastos o casas de los ganaderos se acercan. La inversión bordea los USD 8 000.
En octubre pasado contrataron a un biólogo, adquirieron una jaula y tres cámaras de video. También capacitaron a las autoridades y a un grupo de jóvenes de la parroquia, en primeros auxilios, senderismo y otras temáticas.
Ellos se encargaron de colocar tres cámaras-trampa en el interior del bosque montano y las amarraron a gruesos árboles. Se activan con el mínimo movimiento de los animales o la lluvia. Los dispositivos funcionan con la energía de ocho baterías, que duran entre tres y cinco días, dependiendo del número de activaciones.
Ortiz comentó que en cuatro meses se identificaron ocho osos andinos; además, pumas, tigrillos, dantas, venados, saínos, lobos de páramo y aves. En uno de los videos se observa a un oso macho arrimar su cabeza y cuerpo al tronco de un árbol. Esta acción permite delimitar su espacio por medio del olor del mamífero.
“Hay una osa joven, una preñada y otra que tiene dos crías. Hay bastantes animales que transitan por la zona, algo que no creíamos”, aseguro Ortiz.
La segunda fase del proyecto es atrapar a un oso de anteojos para colocarle un collar de telemetría. El dispositivo permitirá conocer el desplazamiento del animal por los páramos de Píllaro y los cantones vecinos de la provincia, como Baños de Agua Santa, Patate y Salcedo, en Cotopaxi.
Para ello, instalaron una caja metálica en la montaña. La pesada trampa fue trasladada al bosque luego de cinco horas de travesía. Los voluntarios caminaron por pantanos, quebradas empinadas y bosques.
En esta tarea participan los vocales de la parroquia, la fundación Sacha Oso, guardaparques del Ministerio del Ambiente y Agua y el biólogo de la fundación Big Mammals, Andrés Laguna. Él explicó que tras la captura, la liberación del oso será inmediata. Con la información que recopilen trabajarán con la población para reducir el conflicto entre los pobladores y la fauna silvestre.
Los osos se alimentan con semillas, bayas, brotes de plantas, achupallas, bromelias, mortiño y carne podrida. “El ataque a las vacas nos sorprendió y por eso estamos realizando está investigación, que es la primera en la Sierra Centro”, comentó Laguna.
Otro de los proyectos que se busca implementar es el turismo científico en el Acuas. La zona protegida tiene 400 hectáreas de páramos y bosque andino, que se encuentran en las proximidades de la zona de amortiguamiento de los Llanganates y por donde transita el oso de anteojos.
Rigo Pérez, representante de la Fundación Sacha Oso, contó que la zona es abundante en biodiversidad, tanto en flora como en fauna. El guía comunitario indicó que hay seis especies de anfibios y 67 clases de aves, entre ellas el tucán andino. “Hay diversos tipos de hongos, ranas, aves y otras especies. Estamos preparando a los jóvenes para que brinden el servicio de guías”, dijo Pérez.
Para proteger las dos zonas colocaron alambres de púas. Esto evita que el ganado, leñadores y cazadores invadan la zona protegida. Los vecinos también realizan patrullajes.