Un estudio realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) concluyó que Ambato es la ciudad con mayor seguridad económica del país. Las estadísticas se reflejan en los emprendimientos que proponen los residentes de la capital de Tungurahua.
Dos ejemplos de esto se hallan en Ambato y en la parroquia Montalvo, a unos 10 minutos de la urbe. En la primera, se fabrican zapatos y plantillas especiales y se manufacturan medias; en la segunda se elabora pan. La similitud es que ambos productos están destinados a los diabéticos (leer recuadros).
Según el estudio sobre buen vivir desarrollado en el 2010 por el INEC, los ambateños son los más satisfechos del país dentro del ámbito económico. En una escala del 1 al 10, se registran 6,58 puntos.
La socióloga Gabriela Torres dice que esto ocurre porque Ambato es una ciudad pequeña, con un ritmo de vida más tranquilo y seguro.
“Los ambateños somos comerciantes por naturaleza. Empezamos con poco, pero luego a fuerza de préstamos y ahorros crecemos y nos gusta dar empleo”, comenta Rómulo Quiroz, un emprendedor.
En los últimos 60 años, tras el terremoto de 1949, la ciudad tiene su atractivo para vivir y emprender negocios. La mayoría de las 90 industrias del cuero y calzado y microempresas que están en Ambato generan empleo para la región.
La Cámara de la Pequeña Industria de Tungurahua registra 165 empresas que contribuyen con 5 000 puestos de empleo directos y 4 500 indirectos.
Punto de vista
Serafín Naula. Especialista en diabetes
La alimentación y el cuidado de los pies es prioritario El control de una enfermedad como la diabetes es importante, ya que el consumo excesivo de azúcares puede dañar los vasos que conducen la sangre a los órganos vitales del cuerpo, como el corazón o los riñones. La alimentación es clave para la prevención. Por ejemplo, para los diabéticos que no pueden dejar de comer carbohidratos refinados, como pan, arroz blanco, harinas, se recomienda media taza de arroz y una rodaja de pan y si está hecho para los enfermos mejor todavía. La precaución con los pies también es vital. Nunca deben estar húmedos.
Un plan que complace el paladar de los pacientes
Hace más de un año, 20 mujeres residentes en la parroquia de Montalvo, en Tungurahua, fundaron la Asociación de Mujeres Emprendedoras Montalvinas.
El grupo nació después de que las mujeres se cansaron de buscar trabajo. Entonces decidieron generarlo. Lideradas por Mercy Muñoz, actualmente laboran 14 personas que todos los fines de semana madrugan para elaborar productos como pan, empanadas, rosquillas y colada morada.
Sin embargo, una de sus fortalezas está en la manufactura de un pan diferente. Clemente Orellana, endocrinólogo y diabetólogo, explica que a los pacientes con diábetes se les permite comer una rebanada de pan pero que no tenga azúcar ni elevadas cargas de harina o mantequilla.
Por eso el producto de Montalvo se elabora de una manera especial. Se utilizan harinas integral, de quinua, avena o de yuca. Y nada de azúcar.
El grupo de señoras se reúne todas las semanas en la casa de una de las socias, que está a cinco minutos de Montalvo. Van hacia allá para poder utilizar el horno. Muñoz cuenta que desde inicios de este año han recibido varias charlas y capacitaciones acerca de cómo mejorar su actividad en grupo.
Sara Villacís, una de las socias, comenta que con sus compañeras preparan alimentos para venderlos los fines de semana en el parque parroquial. “Yo soy la fundadora del grupo que prepara la colada morada todo el año”, dice.
La idea de la agrupación femenina es elaborar alimentos que se puedan colocar fácilmente en el mercado. Entonces nació la iniciativa de amasar pan para diabéticos, que se vende en USD 0,25.
Con el proyecto en la mano, optaron por visitar lugares sin encontrar respuestas. Hasta que lograron el financiamiento de la Embajada de Alemania.
Actualmente tienen un contrato que cumplir. Por eso están convencidas de que saldrán adelante con este proyecto.
Múñoz añade que dentro del plan tienen prevista la creación de una panadería comunitaria. “Elaboraremos el producto que luego se distribuirá a las tiendas y panaderías que lo requieran en la ciudad, en la provincia y en el país”.
Para desarrollar su proyecto tienen ya firmado un contrato por USD 9 798 no reembolsables.
La asociación pidió al Municipio de Ambato que les ayude a encontrar un sitio apropiado para que funcione la panadería, ya que la casa donde actualmente hacen sus reuniones les queda ya muy pequeña.
La concejala Aracely Calderón es la encargada de trabajar con la agrupación. Por el momento buscan un lugar en donde colocar la maquinaria que comprarán con el dinero entregado.
“Me parece bueno el proyecto del pan para diabéticos, porque por lo menos eso podrán comer como golosina las personas que padecen este mal”, dice Rosita Montesdeoca. Actualmente hay tres variedades del pan.
La empresa que busca el bienestar desde los pies
Hablar de zapatos especiales llena de brillo los ojos de William Arias. El ingeniero tiene en Ambato una fábrica de calzado, plantillas y medias cuya característica es que son especiales para diabéticos.
Su historia tiene como base a su madre. “Ella era diabética y cuando venía a visitarme de Estados Unidos, me contaba de sus inconvenientes. Esto me animó a estudiar para dar solución a estas dolencias en mi país”.
Después de estudiar en Mapis, una oficina ortopédica sanitaria en Fabriano, Italia, inició su emprendimiento en el que ya lleva más de 8 años. El negocio prosperaba, por lo que optó por irse al Centro de Investigación y Asesoría Tecnológica en Cuero y Calzado, ubicado en Guanajuato, México.
Todas estas actividades las realizó con el auspicio de la Cámara de Calzado de Tungurahua (Caltu).
“Luego continué mi capacitación en Taiwán, Estados Unidos, Brasil y Colombia. Así me convertí en un calzapedista que fabrica zapatos adecuados para tratar las dolencias de cada persona. En Liwi fusionamos lo artesanal con lo tecnológico”, explica Arias.
Con base en las técnicas de la antropometría (medidas de la persona) y la reflexología podal (órganos reflejados en los pies), Liwi elabora 1 500 pares de zapatos al mes. Su principal mercado es el quiteño.
Sin embargo, al local ubicado al noroeste de Ambato llegan clientes de la zona central de la Sierra e incluso de la Costa y Amazonía.
Un par de zapatos cuesta sobre los USD 100, pero el valor depende de la complejidad de la dolencia y del diseño. En el local se fabrica calzado según el problema. Ningún zapato es igual al otro, aunque se trabaje en serie.
Para hacer una plantilla se hace un escaneo del pie y, mediante un software, se verifica la presión plantar que determina el problema de la persona y el tipo de calzado que le conviene.
“Tras establecer la dolencia, hacemos la plantilla en tres días con poliuretano y cuero cortado a mano con estilete. Son materiales que ayudan a distribuir la presión al caminar, facilitan la circulación, son antibacterianos y dan alivio y confort únicos”, añade Arias.
Gilberto Reyes, de 39 años, es uno de los pacientes de Arias. Padece artritis reumatoide (inflamación de las articulaciones) desde hace dos años. Llega cada tres meses para cambiar su calzado. “Tengo una prótesis en la rodilla y mi talón está salido. Compré dos pares de zapatos. Son cómodos y suaves”.
Este año, Arias volvió de Boston (EE.UU.) con la idea de implementar una tienda virtual con la tecnología mate escáner, que digitaliza imágenes en alta calidad.
“Este mecanismo nos permite diagnosticar y tratar a personas de otras provincias y de otros países. Este problema de salud aumenta en el mundo. En Ecuador el 6,4% de las personas padece de esta terrible enfermedad”, finaliza el emprendedor.