Una banda de pueblo, entonando melodías de la serranía ecuatoriana, marcó la salida desde el interior de la Iglesia San Francisco, centro de Guayaquil, de la imagen del Niño Jesús Carnavalero.
Así, como ocurre en Guayaquil cada lunes de Carnaval desde 1992, se cumple con esta tradición que trajeron desde Riobamba los esposos Julio Carpio y María Velasteguí. Por 23 años ellos habían realizado este rito en la provincia de Chimborazo y la trajeron con ellos al venir a radicarse al Puerto Principal.
“Es una tradición que hacemos en familia para estar unidos en la fe y en la hermandad. Es algo que lo hacemos año a año en que el Niño Jesús va cambiando de prioste. Mis abuelos tuvieron 24 hijos de los cuales 12 están vivos y toda la familia participa de esta procesión festiva“, cuenta Julio Morán Carpio quien, junto a Rosa Calvopiña, Héctor Carpio y Elva Llerena, son los priostes del Niño Carnavalero 2014.
Este lunes 3 de marzo, luego de la misa, la Plaza San Francisco se llenó de alegría y música. Muchos devotos se acercaron a la pequeña imagen para tocarle.
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Mientras la banda de pueblo ponía el ritmo, la espuma de carnaval volaba por los aires tiñendo de blanca la cabeza de los transeúntes y los grupos de danzantes ya empezaban a bailar.
El Niño salió desde la ciudadela Santa Mónica, al sur, de casa de la familia Morán Calvopiña, y, luego de la misa, hacía allá regresaría para continuar con el festejo y con la designación de los nuevos priostes para el Carnaval 2015.
Una camioneta con un altoparlante encabezó la peregrinación que se tomó la avenida 9 de Octubre en medio del entusiasmo de personas que transitaban por allí y de sorprendidos turistas extranjeros que con sus cámaras captaron ese momento.
Un grupo de mujeres con atuendos típicos de la sierra bailó en medio del lanzamiento constante de espuma de carnaval. Junto a ellas un diablo que danzaba y se fotografiaba con los transeúntes. Más atrás otro grupo de danza, la banda de pueblo y cerrando el desfile, el Niño Carnavalero.
En el desfile participaron muchos niños y jóvenes. La idea es que las nuevas generaciones de los Carpio Velasteguí mantengan viva esta tradición. “Esto es algo que trajeron los abuelos de mi marido y de la que participan nuestros dos hijos para que ellos se encarguen en el futuro de mantener viva esta tradición familiar que tiene un profundo significado de fe”, contó Cinthya de Guacho.