Alrededor del pesebre suceden muchas cosas. Una de las más importantes es el rezo de la novena del Niño. Familiares y amigos se reúnen para cantar y alabar.
Daniela Portero y su familia iniciaron la tradición el lunes. Son nueve días en los que se recuerda el peregrinaje de María y José antes del nacimiento de Jesús.
Con las lecturas se pueden hacer reflexiones sobre la situación actual de las familias, dice Portero. Al final de la invocación, los presentes degustan los tradicionales pristiños acompañados de miel.
El ingeniero Pedro Silva comenta que en Ambato la mayoría de personas son católicas. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos, 8 de cada 10 ambateños que dicen tener una filiación religiosa afirman ser católicos.
Alejandro López, también ingeniero ambateño, cuenta que otra de las costumbres en estos días es comer los tamales que tienen un sabor dulce y están rellenos de gallina. Eso es lo típico para la fecha, añade Laura Jaramillo, su esposa.
“La Navidad es una época de reunión con parientes, amigos y creyentes”, dice López.
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El plato típico. Rodrigo Jácome prepara los boñuelos para la novena. Foto: Glenda Giacometti/EL COMERCIO
América Garcés se prepara para la Navidad desde octubre. Ella fabrica sus propios adornos. En la sala de su casa hay manteles, frascos, forros navideños y figuras de cerámica alusivas a la fecha.
Su familia no tiene la costumbre de cenar a la medianoche. Preparan la comida en la que no falta, eso sí, el pavo, ensaladas y acompañamientos como arroz o papas pero, la disfrutan más temprano.
Además, hacen el intercambio de regalos. “Lo importante es estar en familia. Así no nos olvidamos que tenemos un Dios al que le debemos respeto”, agrega Garcés.
De acuerdo con Silva, las artesanías que se comercializan en los mercados, en su mayoría, son elaboradas por los mismos ambateños. Por ejemplo, se pueden encontrar nacimientos armados en la cáscara de una nuez, manteles pintados a mano, cerámicas…
Asimismo y como costumbre navideña, expresa Mayra Córdova, las familias hacen labor social. “Siempre les inculco a mis hijos el valor de la solidaridad, por lo que en Navidad asistimos a los albergues y asilos para brindarles una sonrisa a quienes no gozan de tener a su familia al lado”.
Noemí Saltos cuenta que en su familia hay una costumbre desde hace casi 10 años. “Sabemos sentarnos en el sillón más grande y nos tomamos una foto para ir viendo los cambios físicos que hemos tenido en el lapso del año transcurrido”, refiere la ama de casa.
Para Geovanny Guerrero las fiestas navideñas se inician en mayo. Es propietario de un taller de cerámica en donde se fabrican la mayor parte de los adornos que hay en su casa y en las de sus alumnas.
Las pupilas del artesano elaboran imágenes de vírgenes, santos, renos, papá noeles y velas talladas a mano… con motivos navideños.
Mientras que la cristiana evangélica Antia Alvarado explica que para la Navidad todos sus familiares se reúnen en la casa de su abuela paterna, porque es ahí donde comparten un momento ameno recordando las bendiciones que han recibido durante todo el año.
“En la mañana del 25 vamos cotidianamente al culto, donde un grupo de jóvenes realiza obras de teatro rememorando el nacimiento y la resurrección de Jehová”, finaliza la chica quien forma parte de un grupo cristiano de danza.