Del lunes 5 al viernes 9 de marzo, 340 mujeres de varios países se dieron cita en el Hotel Zaracay, en la ciudad de Santo Domingo. Allí tuvo lugar el Tercer Encuentro Latinoamericano y del Caribe de Mujeres Rurales (Enlac). Los principales temas que se abordaron fueron agricultura, recursos naturales, violencia, participación política y tecnologías de la comunicación (TICS).
En el auditorio del hotel, la diversidad cultural de las participantes era notoria. Había mujeres indígenas y mestizas. Algunas llevaban atuendos autóctonos; otras, ropa casual.
Estas mujeres alcanzaron a ser lideresas de sus comunidades de distintas maneras. Tres de ellas compartieron sus historias.
La mexicana Clementina Esteban, de 38 años, fue una de aquellas. Su interés por el liderazgo surgió en el 2004, cuando, junto con otras cuatro mujeres de su comunidad, Xoxocotla, asistió a un taller sobre autoestima, organizado por el Instituto de Salud Pública de México.
La vida personal de Clementina cambió a raíz de ese encuentro. Recuperó su motivación. Cuenta que desde niña sufrió discriminación racial, lo que le llevó a ser muy tímida. “Me decían india, negra, María”. Cuando se casó, a los 20 años, en cambio, se enfrentó al machismo. Su marido a veces le amenazaba con abandonarla si continuaba trabajando. “Solo cuando le dije que quería separarme, cambió su actitud. Ahora, incluso me ayuda a cocinar y cuidar a nuestros tres hijos”.
Al observar su entusiamo, el Instituto de Salud Pública la invitó a impartir talleres de autoestima y salud en otras comunidades rurales del país. Así nació la organización Mujeres Emprendedoras y Entusiastas de la comunidad indígena Xoxocotla (Somos Mex).
Mejorar la calidad de vida de las mujeres rurales fue en cambio el propósito de la peruana Zulema Zurita, de 45 años. Ella es directora de la Organización de Productoras Rurales, que funciona desde el 2009 y cuya sede está en Piura.
Las 40 mujeres que la conforman cultivan papa, fréjol y cebada, productos que luego son vendidos en la comunidad. Zurita explica que la calidad de vida de las integrantes no solo mejora al obtener mayor es ingresos. También cuidan su salud. En sus huertos, solo utilizan abonos orgánicos.
Parte de estos se obtiene de forma particular. En sus hogares, los baños cuentan con una tecnología especial que separa la orina de las heces. Posteriormente, estas últimas son procesadas y utilizadas como abono orgánico.
Zurita cuenta orgullosa que todas las mujeres de la organización asisten a un curso para convertirse en técnicas agrícolas.
Desde niña, a Zurita siempre le gustó ser líder. “En la escuela, siempre ayudaba a organizar los eventos escolares”, cuenta. Al igual que la mexicana Clementina, cuenta que cuando se casó, a los 21 años, comenzó a ser víctima del machismo. “A mi marido no le gustaba que me arreglara cuando tenía que salir a la calle”. No obstante, todo concluyó bien. Ambos se capacitaron en derechos y su cónyuge cambió.
Marcela Choloquinga, de 36 años, fue una de las ecuatorianas que asistió al Enlac. Ayudó en la coordinación del evento. Ella es dirigente de la comunidad Macagrande, ubicada en la parroquia Poaló, en Cotopaxi.
Choloquinga ayudó a organizar las protestas que se oponen al proyecto de construir una cárcel en el sector. Allí serían trasladados los presos del penal García Moreno. Actualmente trabaja en su tesis para obtener su título de Gestión Social para el Desarrollo en la Universidad Politécnica Salesiana, en Quito.
Más sobre el encuentro
Los objetivos del III Encuentro de Mujeres Rurales fueron consolidar la incidencia política y social de las mujeres rurales y definir una estrategia para la ejecución de políticas públicas.
Construir propuestas para mejorar la calidad de vida de las mujeres rurales y exigir el cumplimiento de sus derechos también fueron otros propósitos.
El pasado jueves, se decidió que el IV encuentro se realizará en Panamá, en el 2017. Para su organización, cada país contará con dos coordinadoras: una mujer mestiza y una indígena.
El primer encuentro del Enlac se realizó en septiembre del 1996, en Ceará, Brasil. El segundo, en Tlaxcala, México, en el 2005. Allí se designó a Santo Domingo como la sede del tercer encuentro.