A las 10:00 llegan los primeros fieles al santuario de la Virgen del Guayco en la parroquia La Magdalena a 10 kilómetros de Chimbo, en Bolívar.
A la media hora, una decena de vehículos se ubica en los estacionamientos del complejo de 27 hectáreas. Este ya está abarrotado con comerciantes de cobijas, dulces, comida, frutas y figuras religiosas.
fakeFCKRemoveSu labor empezó hace una semana. En los puestos con cubiertas de plástico hay mucho ajetreo.
De uno de los vehículos desciende Virginia Zambrano con sus siete sobrinos e hijos. Traen dos maletas con ropa, cartones, un colchón, una olla gigante de hierro y dos carpas. La guayaquileña es una de las devotas de la Virgen del Guayco. Participa de esta romería desde el 2004.
El martes es especial para ella. Ese día finalizó la novena en honor a ‘Mamita Virgen del Guayco’, como la llaman sus devotos. Tiene 40 años, desde el 2005 ofrece como ofrenda café y galletas a los romeriantes.Cada año brinda este aperitivo a unas 200 personas. Los recursos para comprar los cartones de galletas, vasos plásticos, la movilización de la familia y el café se financian con USD 250 que le envía su marido desde España.
Ella es firme en su propósito. “Lo cumpliré hasta que me muera. Si no puedo vendrán mis hijos o hermanos”, dice esta mujer de cabellos rizados. A paso lento ingresan al complejo de amplios corredores y grandes columnas con arcos de medio punto que forman un rectángulo. La plaza central es adoquinada.
En la torre principal se levanta la imagen de la Señora del Guayco de más de cuatro metros de altura. Carga al Niño Jesús. El santuario fue edificado por Monseñor Cándido Rada, primer obispo de Guaranda.
Detrás del complejo hay un espacio para armar las carpas de la Cruz Roja, Policía y del Ejército. Ellos ayudan al control y la seguridad.
En ese sitio, Virginia también levanta su carpa. Luego se dirige a la capilla. Se arrodilla con las manos juntas. Reza y llora frente al altar donde está la imagen cubierta con rosas, girasoles y claveles amarillos y rojos.
Concluye su oración con un ligero roce a la efigie y la señal de la cruz sobre su frente. Este es su ritual.
Recuerda que en el 2004, su esposo Carlos Coronel la trajo al santuario. En esa ocasión, Coronel caminó a modo de penitencia 22 horas desde Caluma al Guayco. “No pude acompañarlo. Mi hijo Bryan era un niño pequeño”.
Su fe se incrementó el año pasado cuando unos de sus hermanos sufrió un derrame cerebral. Una parte de su cuerpo se quedó inmóvil. “Recé a la Virgencita del Guayco. Días después estuvo bien. Fue un milagro. Ahora espero que me salgan los papeles sin problemas para viajar a España y estar con mi marido”.
La fuerte lluvia del mediodía inunda una parte de la plaza central. Los peregrinos se protegen en los corredores cubiertos con planchas de fibrocemento.
El agua afectó a una de las carpas de Virginia. Su ropa se mojó. Resignada la mujer comenta: “tenemos que continuar, no hay opciones”.
A las 13:00, el repicar de las campanas altera el movimiento en el santuario. Los fieles ingresan para la última misa del día.
Virginia y su sobrina Carmen Zambrano entran también. Todas las bancas están ocupadas con los romeriantes que llegaron de Ambato, Riobamba, Guaranda, Quito, Guayaquil, Tulcán y otras ciudades.
Virginia, que es comerciante de comida en Guayaquil, se sienta cerca al altar mayor. En la homilía saluda con otros fieles. Canta, vuelve a rezar y comulga. A las 14:00, la liturgia finaliza y la familia Coronel Zambrano regresa a su carpa para preparar los alimentos. Trajeron pollo y arroz para el almuerzo.
Según Mateo Panteghini, rector del Santuario María Natividad del Guayco, de la comunidad Salesiana, administra el santuario. El año pasado, arribaron cerca de 100 000 fieles .
Ayer, más de 50 000 ya habían llegado para participar en la fiesta de la Virgen que empezó a las 06:00. Hubo misas, juegos pirotécnicos y bandas. La celebración terminó a las 15:00. A esa hora, Virginia y su familia regresaron a Guayaquil.