Dos migrantes ecuatorianas en Italia y España cuentan cómo viven ante el temor por el rebrote del covid-19

En el Centro Comercial Zubiarte de Bilbao, España, los compradores usan mascarillas. Foto: cortesía

Jéssica Zambrano tiene 40 años, de los cuales 20 vive en Milán, Italia. Durante los siete primeros meses de la pandemia por el covid-19 no laboró. Desde hace 15 días encontró un trabajo por horas y teme que si ocurre una segunda ola de contagios los vuelvan a confinar.
En Italia y España, los migrantes ecuatorianos que cuidan a personas de la tercera edad fueron los más afectados. Por miedo al contagio, se deshicieron de las personas que laboraban de forma externa y en muchos casos las familias italianas se dedicaron a cuidar a sus seres queridos, señala Zambrano.
Pero con el regreso a la ‘nueva normalidad’ poco a poco se recuperan estos trabajos, dice Zambrano.
Ella recuerda que las iglesias y agencias –que ayudan a conseguir empleo- también cerraron y la única forma de encontrar algo era a través de las amistades, pero la mayoría estaba en la misma situación.
Para Zambrano, fue una época difícil de la que no se ha recuperado. Su esposo no fue despedido, pero la empresa cerró por tres meses y en ese tiempo no les pagaron los sueldos. “Los arriendos y los servicios básicos no se condonaron y aún tenemos deudas”.
Ahora trabaja dos días a la semana (ocho horas), en la limpieza de una casa y gana 80 euros semanales. Ella cree que los contagios alarmantes no se repetirán porque la gente se cuida, pese a que ya no es obligatorio el uso la mascarilla.
En España el panorama es similar, relata Emilia Castro, de 48 años, oriunda de Santa Rosa, provincia de El Oro.
Vive desde hace10 años en Bilbao. “Estamos en la incertidumbre porque enfrentamos la segunda ola de contagios. Hay ciudades otra vez confinadas”.
Castro trabaja interna cuidando a un adulto mayor, pero conoce de varios compatriotas que están indocumentados y que se han trasladado al campo por trabajo, ya que en las ciudades no encuentran nada.
"Es una situación complicada. Lo que ganamos solo nos alcanza para mantenernos en este país y no para ayudar a nuestras familias de Ecuador", explica Castro.