La lisa es el sello culinario de Puerto El Morro, en Guayas

Una tradición gastronómica. La lisa asada es el plato típico que degustan los turistas que visitan El Morro.

Una tradición gastronómica. La lisa asada es el plato típico que degustan los turistas que visitan El Morro.

Escamas doradas y carne blanca. Es la señal de que están listas. Frente a la parrilla humeante, doña Olga Jordán voltea las lisas. Las agarra de la cola y las pellizca para saber si están en su punto.

El olor del pescado sobre el carbón encendido recorre las calles de Puerto El Morro, una parroquia rural, ubicada a dos horas de Guayaquil. “La asamos entera. Se la abre, la lavamos y la aliñamos con ajo, sal, comino'”.

Es el ritual que doña Olga ha repetido por años. Lo aprendió de su madre y lo enseñó a sus hijas.

La lisa asada con moros, arroz blanco o simplemente un pedazo de verde es el plato tradicional de Puerto El Morro. Allí, los comuneros rinden tributo al pez ‘saltarín’ en un festival gastronómico.

Lorenzo Anastasio la conoce. Por más 40 años vivió de la pesca.

En el canal de El Morro, rodeado por mangles, pescadores lanzan sus redes desde sus canoas. “Brincan en el agua, son plateadas. Este mes es de buena pesca. Yo cogía 50”, cuenta Anastasio.

El pescador ya colgó su red. Ahora, ayuda a su esposa, doña Olga, a preparar los platos que venden en USD 1,50, 2 y 3.

Pero la lisa no es el único pez de la zona. Hay corvinas, róbalos y mariscos. La cazuela es la especialidad de Lorena Anastasio, una de las hijas de don Lorenzo.

En la parrilla, alrededor de la masa de verde burbujeante, sobresalen los camarones tostados, las patas de cangrejo rojo, los pedazos de mejillón y pulpo, las almejas bien asadas, un plato que cuesta USD 5. “Es completa y el producto va del mar a la olla”.

Su esposo, José Luis Jordán, captura los mariscos. Sale de noche, en faenas que duran tres días.

Jordán es conchero. Sus manos se sumergen en el lodo del manglar para coger la concha prieta, una delicia que se come curtida con limón. También captura la concha pata de mula, un molusco gigante, casi del porte de la mano.

Pero, no solo los comuneros aprovechan los frutos del estero. El sitio es el hábitat de los delfines nariz de botella, que entran desde el mar para comer lisas.

Hugo Jordán recuerda la primera vez que los vio. “Brincan alto y son juguetones”. Ahora, Jordán es parte del Ecoclub Los Delfines, que ofrece recorridos en 13 botes. El viaje cuesta USD 5 por persona y dura una hora y media.

El motor anuncia la partida. Elizabeth Guaya y Wilson Guerrero se ajustan los chalecos y Jordán se despide del muelle con una señal de la cruz. Su lancha, la Divino Niño, se desliza sobre el agua.

Las garzas dan la bienvenida a los turistas. Y con brincos, las lisas salen al encuentro de los botes Cristo Rey y Martha del Mar.

El motor enmudece y solo se oye un ligero silbido. Y a lo lejos aparecen. Salen y se sumergen con lisas en sus trompas, esquivando las cámaras de los visitantes, que intentan tener una foto de los delfines de Puerto El Morro.

Suplementos digitales