Gumercindo Aguavil, gobernador de la nacionalidad Tsáchila, en Santo Domingo, firma oficios y atiende al público en la puerta del edificio en donde funciona la Gobernación de esta nacionalidad.
Aguavil despacha allí porque su oficina no tiene línea telefónica, computadora y menos Internet. Tampoco hay personal de secretaría, contabilidad o servicios. No tiene recursos para financiar el funcionamiento de la entidad.
Los tres pisos del edificio, donde funciona la Gobernación, están vacíos y húmedos. El local está ubicado en la avenida Tsáchila, en el centro de la ciudad.
Aguavil recibió este edificio desde su posesión en abril. La entidad representa a 2 500 habitantes de siete comunidades que tienen un representante al Consejo de Gobierno de la etnia.
El Gobernador dice: “No tenemos un centavo para nada, todo lo sacamos de nuestro bolsillo”.Cuando no ejerce su cargo, Aguavil trabaja los fines de semana en su finca de 20 hectáreas en la comunidad Cóngoma. Ahí produce plátano, yuca, malanga y cacao. Así mantiene a su familia y costea los gastos administrativos de la Gobernación.
Mientras Aguavil permanece sentado en una silla plástica junto a la puerta, recibe la visita del secretario de la Gobernación, Evelio Gende, un joven dirigente tsáchila. Le entrega uno que otro oficio para su firma.
Gende trabaja allí desde el inicio de administración de Aguavil. Tampoco recibe sueldo. “Estamos a la espera de la aprobación de algún proyecto para que financie la administración”.
Para llegar a estas oficinas y para movilizarse hacia las instituciones locales, Gende paga de su bolsillo los pasajes.Él labora los fines de semana como profesor de tsáfiqui, la lengua nativa de los tsáchilas. Tiene dos alumnas los sábados. Otra forma de ingresos que tiene son las conferencias que ofrece sobre temas ambientales para conservar los territorios de esta nacionalidad.Otro colaborador que trabaja sin sueldo en la gobernación de la nacionalidad tsáchila es Ulpiano Calazacón. Es de la comunidad de Chiguilpe y ayuda a Aguavil en los trámites ante los gobiernos seccionales e instituciones del Gobierno central. “Nadie gana nada, estamos de puro patriotas”.
La falta de recursos no es nueva. El ex gobernador, Héctor Aguavil, dice que también le tocó poner de su propio dinero para pagar los servicios básicos. “Nunca recibimos apoyo de la Prefectura, ni del Municipio o del Estado”.
Aguavil recuerda que el Gobierno Provincial de Pichincha le dio computadoras en el 2006, que están en mantenimiento. También, la organización Ibis, de Dinamarca, financió un proyecto para las escuelas rurales.
Cuando Héctor Aguavil ejercía como gobernador, entre el 2006 y el 2010, pagaba al guardia del edificio. Ese empleado gana hasta la actualidad USD 120 por mes.
Héctor Aguavil, como gobernador, financiaba los gastos administrativos con su trabajo de vegetalista o chamán.
El ex Gobernador dice que instituciones, como el Consejo de Nacionalidades y Pueblos del Ecuador, nunca se preocuparon de la organización tsáchila.
La solución más cercana a este problema es que se ejecute el convenio que el gobernador Aguavil firmó con la alcaldesa Verónica Zurita. Ella anunció que se entregarán USD 5 000 mensuales para los proyectos en las comunidades y financiamiento. Este sistema es similar al que opera en las juntas parroquiales.
La directora de Derechos Económicos del Municipio, Clemencia Quishpe, dice que se redacta una ordenanza para legalizar esta ayuda para la Gobernación. De esta forma, asegura, se normalizará el funcionamiento de la gobernación tsáchila.