El Viernes Santo estuvo marcado por las procesiones en todo el país. En el tradicional Vía Crucis del Cristo del Consuelo, en el sur de Guayaquil, unas de 500 000 personas mostraron su fe y admiración durante las 17 cuadras de recorrido.
Este año, los jóvenes protagonizaron el Vía Crucis. Al menos ocho de ellos reemplazaron a los caballeros del Cristo del Consuelo, quienes tradicionalmente empujaban la carroza que trasladaba a la imagen.
La idea fue una iniciativa del nuevo párroco de la iglesia que alberga la imagen, Javier Villamizar. Unos 80 jóvenes forman parte del voluntariado pastoral de la parroquia. Ellos realizan actividades de caridad, algunos son catequistas y otros ayudan durante la homilía.
Pedro Espinoza, uno de los miembros más antiguos del voluntariado pastoral y quien guió las maniobras que se realizan para mover la carroza, se mostró contento con la iniciativa. “Los jóvenes tienen más fuerza, no están tan cansados (…) los hemos convocado para que también sean parte de esto, pues una gran cantidad de los caballeros ya no están”, dijo. A su criterio, es necesario un relevo generacional que permita mantener la tradición.
Para Mariano Alarcón, de 23 años, más que un revelo cree que la participación de él y de sus amigos es una oxigenación a la organización de la procesión. “Nosotros siempre hemos trabajado en la iglesia, pero siempre había personas que aunque no colaboraban se apoderaban de la procesión”.
Alarcón tiene más de 10 años ayudando en la iglesia y ahora es coordinador de la catequesis. Su padre y una tía también fueron catequistas. Los jóvenes empujaron la imagen que finalmente llegó a su destino a las 11:20. El recorrido fue arduo, debían sortear baches y contener la desesperación de los fieles, quienes a veces impedían avanzar al Cristo.
Algunas personas mostraron su disgusto por la intervención de los jóvenes, en cambio otras aplaudieron la decisión. Una de ellas fue Adela Palaguchi, de 70 años. Ella acude a la procesión desde hace 30 años. “Es bueno que los jóvenes tengan fe, que ellos estén aquí es una señal de la continuidad del mensaje del Cristo del Consuelo”.
Manuel Cevallos acude hace una década a la procesión, aunque esta vez no caminó junto al Cristo se mostró contento. Ayer realizó el recorrido junto con otros tres amigos del colegio, quienes acuden a una iglesia en el sur de la urbe. Para ellos participar en la procesión se ha convertido en tradición.
La calzada de la parroquia Tarqui, ubicada a 10 minutos del Centro Histórico de Cuenca, estaba caliente por el incandescente sol de la mañana de ayer. Esto no impidió que Marco Pintado recorriera sin zapatos el Vía Crucis.
A Pintado, de 23 años, se le entrecortó la voz al recordar a su progenitor, quien falleció hace siete años y era el encargado de personificar a Jesús. Ahora él busca mantener este ritual religioso. Según Pintado, un grupo de seis jóvenes organizó desde hace tres meses la procesión, en la que participaron 500 personas.
Los personajes bíblicos estaban representados por 60 jóvenes y niños que caminaron 1 kilómetro. David Tarqui, de 29 años, también camino descalzó representando al ladrón malo. Sentía ardor en sus pies, pero contenía su dolor, como símbolo de arrepentimiento .
Fredy Pintado, de 21 años, hizo de ladrón bueno. Con su cabeza reclinada interrumpió su oración para contar que desde hace tres años representa este papel y lo hace para pedir a Dios que le ayude a terminar su carrera de arquitecto.
En medio de rezos y cantos la procesión avanzó y los feligreses hacían paradas intermitentes para rezar. Silvana Quintuña de 17 años, Andrea Velesaca de 18 y Monserrath Mejía de 18 también participaron en la caminata. El canicular sol era aplacado con un vaso de agua que los moradores de Turi repartían a los jóvenes.
Los latigazos a Jesús no cesaron en las tres horas que duró la procesión. El rostro de Pintado lucía cansado luego de cargar una cruz de madera que pesaba 250 libras. “Es importante que los jóvenes demostremos nuestra fe y que esta iniciativa se pueda replicar en todas las procesiones del país”, dijo.
En contexto
55 años han pasado desde que comenzara la historia de devoción, fe y agradecimientos en la procesión del Cristo del Consuelo, en el sur de Guayaquil. El primer recorrido que se realizó llevó la imagen de Cristo crucificado hasta el Suburbio, en las afueras de la urbe.