No importó su edad. Fue víctima de femicidio a los 5 años. Eliana Doménica Tamay fue golpeada y estrangulada el 6 de mayo del 2022 en Cuenca. El supuesto responsable es Anthony C., exconviviente de la madre.
La niña forma parte de los cuatro casos de menores de 15 años que han sido asesinados en 2022 y cuyos casos se investigan como femicidio, según las estadísticas del Consejo de la Judicatura (CJ). En el 2021 fueron tres.
Por muertes violentas hay muchos casos más. Por lo general, los padres se convierten en protagonistas de la lucha contra la demora judicial y en las caras visibles de los gritos “Ni una menos” o “Con los niños no se metan”.
A cinco meses del crimen de ‘Eli’, que conmocionó al Ecuador, este es el testimonio de su padre, Jonathan Tamay: “Le arrebataron la vida con crueldad y fracturaron la mía. Eliana era una niña, alegre, inocente y sin ninguna maldad.
Cuando mi bebé nació, un 26 de septiembre del 2016, la recibí en mis brazos. Tenía tanta felicidad al cuidarla. Al mes me separé de Karla (mamá). Dejé la casa, pero seguía viendo a mi hija y pagaba una pensión.
En principio solo la visitaba y, después del año y medio, comencé a llevarla conmigo los fines de semana. Aunque había un acuerdo con Karla, siempre tuve dificultades para ver a mi hija. A veces me la entregaba y otras no.
En ocasiones mi mamá tenía que llamarla para que nos deje verla. Hace un año no pagué la pensión por dos meses. Sabía que de esa forma me llamaría a reclamar porque no contestaba mis llamadas.
Cuando recogía a Eli, la llevaba a mi casa a bañar, a cambiar la ropita y a peinar. De allí salíamos a un parque, a comer helado, a jugar con los primos, a visitar a la abuelita o pasear por otro cantón.
Siento sus manitos abrazándome y repitiendo: ‘papi te quiero mucho’. Un mes antes del crimen, la sentía callada, triste y supe que no estaba yendo a la escuela. Le dije varias veces ‘mija, si alguien te golpea, avísame’, pero se callaba.
Había tantos cambios emocionales. Luego de pasar el fin de semana conmigo, a la hora de regresar con su mamá, lloraba y no quería ir. El fin de semana anterior al crimen fue la última vez que pasé con mi niña.
Luego de bañarla, vi unos moretones raros en el cuerpo. Cuando le pregunté por eso, una vez respondió que se había caído y otra que el gato le mordió. Pensé que mi niña era amenazada, porque había inseguridad en lo que decía.
Me propuse a pelear por la custodia. El martes, cuando le consulté a un abogado por el tema, me dijo que era un problema complicado poner a escoger a un niño con quién se quiere ir. Por lo pronto debía llevarla a una evaluación médica.
Saqué cita para llevar el viernes 6 de mayo. Dos días antes, había quedado con Karla en que me la entregaría. Pero el jueves le escribí para saber a qué hora la recogía y solo respondió el viernes a eso de las 02:00.
El mensaje lo vi al siguiente día y cuando le volví a escribir ya no respondió hasta eso de las 16:00 de viernes cuando me llamó llorando. No sabía explicarme lo que ocurría, solo le entendía que me acerque al centro de salud Virgen del Milagro.
Pensé que mi hija estaba enferma, cuando un policía le quitó el teléfono y me dijo que si era el padre de Eliana Tamay, que había fallecido. Llegué al lugar confundido y allí estaba ese hombre (Anthony C.).
En ese momento me enteré de que era su pareja. Lo había visto en una sola ocasión, el fin de semana anterior, cuando fui a casa de Karla a recoger a mi niña. Eliana me había dicho que era un amigo de mamá.
Ese hombre la llevó al dispensario mintiendo que se atragantó al comer, pero ya no tenía signos vitales. Mi pequeña había quedado sola con ese hombre.
Cuando entré fue muy doloroso e indignante. Tenía moretones en el rostro y el pie roto. La autopsia determinó que murió por asfixia mecánica, por sofocación manual, al menos ocho horas antes de llevarla al dispensario.
Siento dolor al imaginar cuánto tiempo de tortura vivió ‘Eli’ sin poderse defender; de su llanto, que le dijo para que deje de golpearla. En el dispensario ese hombre me acusaba de que yo maltraté a mi propia hija, pero la policía lo arrestó.
A partir de ese día estoy conociendo el dolor que tiene consigo la palabra femicidio y que no era parte de mi vocabulario. En la audiencia de formulación de cargos, el Juez ordenó la prisión preventiva para él y medidas sustitutivas para Karla: la colocación del grillete y presentarse cada viernes en el Juzgado.
Karla durante su primera declaración dio a entender que sabía que su pareja maltrataba a mi niña y que se drogaba, pero nunca hizo para evitar exponerla a la violencia.
La Policía encontró huellas de sangre, vómito y orines en la cama durante el hallanamiento. Funditas de droga, basura y suicidad por todo lado. En esas condiciones inhumanas vivía mi niña.
A Karla nunca le pusieron el grillete. Apelamos el fallo y en junio pasado, los magistrados de una de las salas de la Corte de Justicia ordenaron la prisión preventiva por omisión, pero para eso Karla ya había escapado.
Al principio, varios colectivos de lucha social me ofrecieron el apoyo. Ahora cuando convocamos a un plantón, solo estamos la familia. Pero lucharé, aunque sea solo, para que la muerte de mi hija no quede en la impunidad y por una condena justa para los dos”.
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