Deslizamientos de grandes proporciones afectan a 12 parroquias rurales de Cuenca. En los últimos dos meses, 23 viviendas colapsaron y otras 130 están en riesgo por fisuras en sus paredes.
Según la Unidad de Riesgos del Municipio, hay 50 barrios y poblados afectados. En 18 casos es la primera ocasión que presentan deslizamientos y los otros ya registran problemas anteriores.
Entre los nuevos casos están El Aguacate (El Valle) y Toctepamba, San Vicente Viola y San Miguel (Paccha). Hay casas literalmente en el suelo. Otras con grandes fisuras y a punto de caerse.
En El Aguacate hay 20 casas. Las de las familias Castro, Flores, Ochoa y Padrón se cayeron en el último mes. Otras 12 tienen estructuras debilitadas. Las vías presentan hundimientos que impiden el ingreso de vehículos.
Según el geólogo del Municipio, Magno Rivera, la causa principal es el taponamiento de la quebrada de Las Almas, ubicada en la parte alta de El Aguacate. “El agua de uso diario, para cultivos y pozos sépticos, se acumula y desciende por los terrenos”.
Miguel Cordero es otro barrio afectado en Ricaurte. Allí, Pedro Malla, de 55 años, perdió parte de su inmueble. Esos escombros y un inmenso árbol de eucalipto impactaron y destruyeron la vivienda de Zoila Guamán, que está ubicada a unos 500 metros. Ambas familias evacuaron y viven con sus familiares. Aparte hay tres casas con grietas.
Otras zonas con problemas son Los Naranjos y Laureles (Paccha), Turupamba (Quingeo), Quillopungo y Gualalcay (El Valle), Las Pampas de Zamora (Ricaurte), etc. Este mes, el Ministerio de Inclusión Económica y Social atendió a cuatro familias (25 personas) damnificadas con raciones alimenticias y vituallas. Pero esa cifra no refleja la realidad.
“ Por seguridad, las personas en riesgo prefieren mudarse con parientes”, dice Mariana Durán, presidenta de la Junta Parroquial de Paccha. En su jurisdicción hay 15 inmuebles destruidos totalmente (seis durante este mes) y 80 cuarteadas, pero no existen familias en los albergues.
Según Miguel Morales, de la Unidad de Riesgos, las zonas más críticas están en las parroquias Nulti, Paccha, Llacao y Quingeo donde se detectó un extenso movimiento de tierra. “No hay una comunidad al margen de este problema que empezó hace más de una década”.
Rivera aseguró que son movimientos superficiales de tierra, pero en varios kilómetros de distancia. Son originados por suelos suaves, agua acumulada, taponamiento de quebradas, sismos, falta de alcantarillado y el invierno.
Enoé Padilla, directora de la Defensa Civil de Azuay, agrega otra causa. “Se edifican casas en pendientes pronunciadas, sin criterio técnico. El infractor paga la multa, pero no demuele la obra y luego hay problemas”.
Según Rivera, en el verano pasado presentaron un proyecto por USD 380 000 (alquiler de maquinaria y tubería) a la Secretaría de Gestión de Riesgos de Azuay para adelantarse al invierno con obras emergentes en las zonas más críticas. No fue aprobado.
La idea era abrir pozos y colocar tuberías para extraer el agua acumulada en el subsuelo. “Ahora con las lluvias es imposible esta tarea, por donde se abren zanjas brota el agua”.
Ese reparo también lo puso el presidente del Comité de Operaciones Emergentes de Azuay, Humberto Cordero, ante las presiones de los afectados que exigen medidas de mitigación.
En diciembre, el Municipio abrió 1 300 metros de surcos en Llacao. Allí, por la intensa lluvia del 20 de enero se desbordó la quebrada de El Cruzado y hay 10 viviendas afectadas. Según Rivera, los drenajes impidieron una tragedia mayor.
Los trabajos
El Municipio de Cuenca dispone de USD 500 000 para atender con obras a este tipo de emergencias. Las principales acciones son apertura de drenajes y colocación de tuberías.
En el cantón predominan los deslizamientos debido a suelos frágiles y suaves. También hay zonas con fallas geológicas, pero en menor cantidad.
200 familias del cantón esperan que el Municipio construya una vivienda. Ya se entregaron 125 casas a los damnificados.