El 12 de marzo se reabrió la circulación vehicular y peatonal, en las calles que fueron cerradas en los últimos 11 meses. Foto: Katy Delgado para EL COMERCIO
La reapertura total del centro del comercio de Portoviejo, en Manabí, se recibió con optimismo. Este sitio fue devastado por el terremoto del 16 de abril del 2016.
El domingo 12 de marzo del 2017, las 60 hectáreas y 83 manzanas que componen esta zona quedaron expeditas para el tráfico vehicular y peatonal.
También se dejó abierta la posibilidad para que los comerciantes que se fueron tras el movimiento telúrico vuelvan a abrir sus locales. Ellos tuvieron que cerrarlos por el estado de excepción que permitió al Gobierno declarar al lugar como zona cero.
El sector del comercio fue uno de los más afectados tras el sismo. 11 500 locales se perdieron en Portoviejo y Manta, según la Federación de Cámaras de Comercio de Manabí.
Las autoridades informaron que el comercio se reinició en el 30% de los 128 establecimientos comerciales que ejercían actividad en la zona cero de Portoviejo. La custodia de esta área estuvo a cargo de la Fuerza Conjunta del Litoral durante 11 meses.
Esta unidad militar el domingo entregó al Municipio de Portoviejo lo que faltaba restablecer en el lugar; es decir, las arterias 9 de Octubre, Alejo Lascano, Francisco de P. Moreira, Chile y Pedro Gual. Lo hicieron en un acto simbólico al pie de estas dos últimas calles. Ahí el alcalde Agustín Casanova anunció la reapertura de la circulación vehicular y el reinicio de actividades comerciales.
Pero, además, se inicia un plan de regeneración con una inversión de USD 45 millones, que incluye una nueva infraestructura sanitaria, de agua potable, un parque y dos mercados. El Cabildo prevé que estas obras estén listas en un año.
El comerciante Daniel Bravo asistió a la reapertura de la zona con las esperanzas de que pronto mejore la economía que decayó casi un año.
Él fue uno de los primeros microempresarios que reabrió su establecimiento, cuando empezó a restablecerse la movilidad de la zona cero.
Abrió su local hace tres semanas, pero aún no tiene la afluencia de clientes que tenía antes del terremoto de unos 500 diarios. “Por ahora llegan 100 compradores en el día que dejan ingresos por USD 150. Antes tenía ingresos de hasta USD 800 en mi local de venta de artículos variados”, señaló.
Patricio Macías es dueño del bazar L.M. que está en las calles Olmedo y Pedro Gual. El 12 de marzo abrió su negocio alentado por el flujo de personas que llegaron atraídos por las ofertas que se hacían en los locales.
Después del sismo Macías trasladó su negocio al garaje de su vivienda ubicada a cinco cuadras de la zona cero. Pero vendía poco y ahora que el lugar donde tiene su local volvió a la normalidad espera recuperarse económicamente.
Pese a la reapertura del corazón comercial de Portoviejo las secuelas del terremoto aún son visibles. Se observan viviendas y edificios con paredes cuarteadas y portales de predios con cintas de seguridad que advierten peligro.
Los dueños de estas estructuras tramitan los bonos de reconstrucción ante el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda para mejorar las condiciones de estos inmuebles.
Los predios donde funcionaban la Supercom y el Banco del Pacífico tienen daños en la mampostería.
Este panorama es común en los alrededores de lo que fuera el centro comercial municipal que tuvo que ser desplomado por los fuertes daños que sufrió por el sismo.
Ahora el Municipio planea construir en ese terreno la plaza mayor Reales Tamarindos, pero esto tiene reparos por parte de un sector de comerciantes. Un grupo de ellos ayer increpó al alcalde Casanova sobre este tema, cuando se retiraba del acto de reapertura.
La empresaria Soraya Guerra señaló que con la Cámara de Comercio han propuesto que construya un centro similar al antiguo que tenía todas las comodidades. Casanova los invitó a una reunión este lunes para zanjar desacuerdos.
Portoviejo, además, de lidiar con las afectaciones por el terremoto ha tenido que afrontar el invierno que comenzó en febrero del 2017. Las fuertes lluvias causaron inundaciones en barrios y deslizamientos de tierra en la zona rural. 78 sitios del cantón presentaron problemas por las precipitaciones.
Una de las precauciones que se toman es que las zonas que fueron perjudicadas por el sismo no tengan nuevos problemas. La Dirección de Higiene del Ayuntamiento limpia dos días a la semana las calles de la zona cero para evitar que el lodo sea causa de anegaciones.