El Municipio invirtió USD 50 millones en un plan de prevención, en 14 años de Estupiñán.
El llamado ‘callejón sangriento‘, junto al Cementerio General de Esmeraldas, ya no se inunda. Hasta el 2002, el río Miquito anegaba las calles del casco urbano en invierno. “La fuerza del agua arrasaba con lo que encontraba a su paso”, dice Francisco Rodríguez, morador del barrio Santas Vainas, cerca al callejón.
Lo mismo ocurre en nueve barrios más. La situación cambió hace 12 años, cuando se construyó un sistema de colectores (ver gráfico). Por esos conductos también se encauza el agua que baja de las lomas.
La obra sirve a los barrios El Coquito, Boca del Lobo, 20 de Noviembre, La Guacharaca, Chone y sectores aledaños al Cementerio. Los barrios están ubicados en la ribera, donde viven 10 000 familias.
La obra fue hecha en la primera de las tres administraciones de alcalde de Esmeraldas, Ernesto Estupiñán (2000-2004). Sin embargo, el problema de las inundaciones se mantiene en ocho barrios más. Están el 5 de Junio, Puerto Limón, Nueva Esperanza Norte, Inmaculada Concepción, Samanes Bajo, Tormenta Baja, 50 casas y La Primavera. Los últimos cinco están en el sur de la ciudad.
El director de Gestión de Riesgos y Cambio Climático del Municipio, Betto Estupiñán, asegura que si bien las inundaciones se redujeron en un 70%, es necesario construir un colector marginal. Así se evitará que otras 6 500 personas de los barrios ribereños se aneguen en cada invierno.
Nabi Nazareno habita en una de las márgenes del río Esmeraldas. Su casa en el barrio Nueva Esperanza Norte fue anegada en marzo de este año. Los problemas se presentan en los cinco barrios del sur, que fueron creados hace 15 años.
El desbordamiento del río Teaone afecta a 6 000 familias que están a lo largo de los 2,2 kilómetros de la orilla. Allí hace falta un muro de gaviones.
En ese sector solo el 40% de la población cuenta con alcantarillado. El alcalde Estupiñán (MPD) señala que pese a no ser su competencia se trabajó en obras de alcantarillado y agua potable, como en el barrio Codesa. “Hemos trabajado para no tener problemas invernales”. Esta área está a cargo del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda, desde 1994.
Estupiñán indica que en su último período (2009-2014) se adoptaron medidas de mitigación que beneficiaron a 49 300 familias. “Aprendimos a vivir con ellas (las inundaciones)”, manifiesta Mauricio Largo, morador de la isla Luis Vargas Torres. Ahí el Municipio instaló un sistema de alerta temprana y mapas de prevención de desastres.
En 14 años de administración se reubicaron a 300 familias. También en los sectores altos se impulsó un plan de estabilización de laderas y la construcción del 80% de accesos con hormigón rígido, muros de contención y escalinatas.
En total, en los 14 años de funciones de Estupiñán se han invertido USD 50 millones. Tuvo la ayuda del OCP y el Miduvi. “La ayuda internacional también fue importante”, afirma Estupiñán. Por ejemplo, en el proyecto de Saneamiento y Medioambiente, que tuvo la cooperación de Bélgica, se construyó un sistema de agua potable en parroquias rurales como Carlos Concha, Tabiazo y Chinca. 27 789 personas se han beneficiado.
Asimismo se gestionó la ayuda de la organización Oxfam, que colaboró con los estudios de calidad de suelo. El CRS, institución de asistencia humanitaria, y la ONU Hábitat elaboraron los mapas de riesgo.
Para Luis Velasco, vicepresidente de la Sociedad de Ingenieros del Ecuador en Esmeraldas, el presupuesto de esas obras debe ser revisado. “No es posible que en 14 años solo se haya trabajado en colectores”.
Gonzalo Salazar, exdecano de la Universidad Luis Vargas Torres, señala que se debió complementar con un plan de bacheo integral de las calles.
Pero el alcalde Estupiñán indica que se han buscado soluciones técnicas a los problemas invernales. Sin embargo, asegura que las dificultades se han resuelto de a poco, porque el presupuesto anual es de apenas USD 14 millones.
En contexto. Esmeraldas es la provincia de la Costa más afectada por el invierno actual. Además del trabajo del Municipio en las obras de prevención, la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos invirtió USD 5 millones en la estabilización del cerro Gatazo, que era un peligro.
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