En las nuevas construcciones de la comunidad de Quilotoa se procura utilizar materiales, como teja, madera, ladrillo y caña guadúa. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
Las pequeñas casas construidas con adobe, bahareque y teja dan paso a edificaciones modernas en la comunidad de Quilotoa, en Pujilí, Cotopaxi.
Otras renuevan sus fachadas con madera, ladrillo y también se ha incluido a la caña guadúa. El propósito es que las viviendas sean confortables, para que el turista permanezca más tiempo en la comunidad.
Datos de la Asociación Lago Verde Quilotoa indican que la comunidad es visitada al año por 80 000 personas. Los aventureros provienen de diferentes partes del país y de Estados Unidos, Europa, Australia y en poca cantidad de Asia.
Los indígenas se endeudaron con la banca para adaptar las casas y convertirlas en hostales, galerías, tiendas de ropa, artesanías y restaurantes. Actualmente se registran 30 emprendimientos enfocados en restaurantes y hostales. Así, la capacidad de hospedaje pasará de 500 a 1 000 turistas. Este servicio vale entre USD 15 y 35.
Humberto Latacunga es miembro de la asociación. Junto a sus cuatro hijos obtuvo un crédito de USD 540 000, que invierte en la ampliación, remodelación y construcción de la segunda etapa de la Hostería Alpaka Quilotoa.
El fin de semana último, Latacunga dirigió la ampliación del restaurante, ubicado en la vía principal de la comuna.
El empresario, de 63 años, ayudaba a los albañiles a ubicar los pilares de madera, pasar los bloques y a realizar la mezcla de cemento con arena.
Él fue uno de los pioneros en ofertar un lugar para hospedaje y dar servicio de alimentación hace 24 años. Su hijo David cuenta que sus padres dieron hospedaje en su pequeña choza, donde vivía la familia.
“Mi padre se ingenió para hacer camas con las esteras y la paja, para que los turistas durmieran sin inconvenientes. Luego se hizo la construcción y ahora tenemos dos hosterías con 21 habitaciones”.
A una de las posadas le añadieron cuatro suites con grandes ventanales. Las habitaciones ya están pintadas de color blanco y tendrán un sofacama, comedor y área de juegos. Los cuartos serán adornados con figuras como el Danzante de Pujilí o cuadros del cóndor y otros símbolos del pueblo.
“La demanda de turistas nos permite hacer estas ampliaciones. Las suites están destinadas a los empresarios y ejecutivos que buscan este tipo de servicio exclusivo”, comenta David, el último de los hijos, que se especializa en Turismo en Ambato.
La segunda etapa de la hostería está en el ingreso principal de la laguna y contará con 20 habitaciones y áreas de sauna, turco, hidromasaje y restaurante. Es de hormigón armado y madera y planifican acabar la construcción en el 2020.
A pocos metros de la estructura se construye un hostal que contará con ocho habitaciones, un restaurante y un espacio para vender artesanías.
Ángel Umaginga obtuvo un crédito de USD 60 000. Para abaratar los costos en la contratación de otros albañiles el padre junto a su hijo Miguel participan en la obra. Ellos pasan los maderos, bloques, alambres y otros materiales.
“El proyecto es de tres pisos, pero nos estamos quedando sin dinero. Vamos a construir el restaurante, un par de habitaciones y amoblar para después de algunos años seguir con la reconstrucción”, asegura Umaginga.
El Municipio de Pujilí, los ministerios del Turismo y del Ambiente, con la ayuda de la Asociación Lago Verde Quilotoa, normaron las construcciones desde el 2013.
Estas no deben ser de más de tres pisos y contener materiales como madera, carrizo, caña guadúa y otros materiales andinos. “Hasta tener una normativa y ordenanza para Quilotoa, se está aplicando la normativa de la asociación”, indica Patricio Morales, director de Planificación del Cabildo.
La comunidad está conformada por 128 familias, que cuentan con un predio en 30 hectáreas cercanas al área protegida. Mientras, la Asociación tiene 380 socios de las comunidades de Quilotoa, Guayama, Quilapunga, Ponce y otros.