Para ser atendidos, los pacientes deben acudir a las 05:00 al Área de Salud Nº 23 de La Concordia. Es la única forma de obtener un turno con los especialistas. Mary Lucas madruga con frecuencia para ser tratada por la hipertensión que padece. Asegura que la atención es buena, pero lenta por la cantidad de personas que demandan los servicios.
Tania Tinizaray, jefa del Área de Salud, asegura que al día se atiende a 200 pacientes. El centro cuenta con un fisiatra, siete médicos generales, un obstetra y dos odontólogos.
Según la funcionaria, el número de médicos es suficiente para este tipo de centro de atención primaria. Pero falta infraestructura como consultorios y servicios básicos. Está ubicado en el barrio San Rafael. Al igual que el resto de sectores del cantón, carece de agua potable y alcantarillado. Solo tienen agua entubada.
Según Miguel Bunzes, epidemiólogo, esa agua no es de buena calidad. Él realizó un estudio para el Área de Salud Nº 23 este año. Ahí se señala que de las seis muestras de agua que se recogieron en diferentes barrios, solo una resultó apta para el consumo humano.
“No hay una adecuada cloración”, señala Bunzes. Por eso, los problemas gástricos por agua contaminada son la segunda enfermedad más común en el cantón. Las más recurrentes son las enfermedades respiratorias.
Según Bunzes, se debe al polvo que existe en la mayoría de las calles, que no son pavimentadas. Las arterias del barrio Central son una muestra de aquel problema.
La calle Eloy Alfaro es intransitable por el deterioro que presentan. Esta es una de las arterias principales de la urbe, luego de la Simón Plata Torres, por donde transitan los vehículos que van a Esmeraldas o Santo Domingo de los Tsáchilas.
“En invierno estas calles se llenan de agua y aparecen los zancudos. En verano, en cambio, el polvo es insoportable”, señala Ángel Bravo, quien vive en el cantón desde hace 45 años.
A cuatro cuadras de su domicilio se encuentra la Escuela Provincia de Esmeraldas. El director Jorge Loor afirma que la falta de infraestructura básica también es un dolor de cabeza. “Las aulas se edificaron hace 40 años y necesitan ser rehabilitadas”.
Se hicieron arreglos de pintura y se colocaron cerámicas en los baños, pero no hay agua para que los niños la usen.
Un tanquero de agua cuesta USD 25, pero solo alcanza para satisfacer las necesidades de un recreo. “En medio de tantos problemas que tenemos, nos quieren crear otros”, dice Loor refiriéndose a la consulta popular para decidir si quieren pertenecer a Esmeraldas o a Santo Domingo.
Él teme que con el cambio de provincia, los trámites para solicitar partidas, mejoras en las escuelas o pago de sueldos se entrampen. Eso ocurrió con el Colegio Nacional La Concordia, cuando dejó de ser de Pichincha y pasó a Esmeraldas, en el 2007.
“La institución se creó en Pichincha. Financieramente dependíamos de esa provincia y los trámites se hacían allá. Pero cuando pasamos a Esmeraldas en ninguna provincia querían atendernos”, explica Oswaldo Jumbo, rector de ese centro educativo.
Los empleados públicos también temen al no saber qué ocurrirá con sus trabajos. Creen que podrían ser despedidos para dar esas plazas por compromisos de los partidos que se disputan el poder en La Concordia.
Por eso, las personas que viven en este cantón prefieren ser cautas al dar su opinión, muchos prefieren el anonimato. “Espero que luego de la consulta, sin importar quién gane, se atienda a la población del cantón”, refiere Carla C.
La ubicación
La ciudad se encuentra a 42 km de Santo Domingo y a 45 km de Quinindé. En esta última se realizan actualmente los trámites legales como el pago del impuesto predial.
Según el censo del 2008, La Concordia se levantó sobre una superficie de 323,8 km². Se pobló con inmigrantes de Loja, Esmeraldas, Pichincha y Manabí.
El 26 de noviembre pasado, La Concordia cumplió su cuarto año de aniversario como el octavo cantón de la provincia de Esmeraldas.