Las cinco candidatas a Reina de Otavalo son: Mónica Flores (izq.), Mariana Benalcázar, Ana Belén Avilés, Wendy Terán y Dayana Herrera. Ellas representan la diversidad del cantón. Foto: José Mafla/ El COMERCIO.
Por primera vez, la elección de la Reina del Yamor tiene una candidata indígena, desde que hace 61 años se institucionalizó esta celebración en Otavalo.
Se trata de Wendy Terán, una de las cinco candidatas inscritas que aspira a alcanzar la corona, este 30 de agosto.
Las otras participantes son: Dayana Herrera, Mariana Benalcázar, Mónica Flores y Ana Belén Avilés. La inscripción de Wendy Terán, de 17 años, que representa al Cabildo Kichwa de Otavalo (CKO), generó diversas reacciones.
En las redes sociales hay criterios a favor y en contra. En este cantón viven 110 461 habitantes, entre indígenas y mestizos.
Para Terán, esta elección es un reto. “Soy consciente de que hay muchas trabas para lograr una integración total en Otavalo. Hay mestizos e indígenas que aún tienen una mentalidad muy radical”.
Durante la última semana las candidatas han realizado visitas a diferentes instituciones. Hay una aparente armonía entre las muchachas, cuyas edades fluctúan entre 17 y 21 años.
Ana Belén Avilés, otra de las aspirantes al reinado, comenta que se ha cultivado una buena amistad entre todas.
“En Otavalo convivimos indígenas y mestizos. Con la participación de Wendy queremos demostrar que no hay racismo. Todas somos amigas”.
Rubén Buitrón, director ejecutivo de las Fiestas del Yamor, considera que la inclusión es un derecho de todos los otavaleños, que debe estar presente en todas las actividades. “Es la primera vez que interviene una candidata indígena junto a cuatro mestizas”.
El funcionario explica que la participación de Terán fue aceptada, atendiendo un pedido del Cabildo Kichwa de Otavalo. Según el presidente de esta organización, Raúl Amaguaña, es un avance en el proceso de construcción de una verdadera sociedad intercultural en este cantón.
A principios de este mes, el CKO solicitó al Comité de Fiestas del Yamor que se incluyera también a candidatas indígenas. Ahí Buitrón explicó que ellos buscan y eligen a las aspirantes. Sin embargo, aclaró que las organizaciones sociales pueden sugerir nombre de las precandidatas.
De esta manera se recomendó a tres jóvenes kichwas. De ellas una renunció por cuestiones personales. Y, entre las dos restantes, fue elegida Wedy Terán. También habían 9 precandidatas mestizas, de las cuales fueron seleccionadas cuatro.
El 11 de agosto último fue la primera vez que las cinco representantes de la belleza otavaleña fueron presentadas al público. La cita fue en la Fuente de Punyaro. Cientos de vecinos, turistas y autoridades se congregaron ese día.
Durante su intervención Wandy Terán saludó primero en quichua y luego en español al público. Ella es trilingüe. Además habla inglés.
En un breve discurso comentó que su participación es un acto de reivindicación étnico-social. “Los kichwas no somos un museo. Somos una cultura viva y tenemos el derecho y el reto de reafirmar nuestra presencia en todos ámbito”.
La Fiesta del Yamor, que se celebra en honor a las cosechas y a la Virgen de Moserrate, patrona de Otavalo, es una festividad que se retomó en 1953.
Según las crónicas de la urbe, un grupo de jóvenes otavaleños vio la necesidad de institucionalizar la festividad.
El elemento infaltable de esta conmemoración es la chicha del Yamor, que se elabora con la harina de siete variedades de maíz. El pasado de este brebaje se remonta a los tiempos precolombinos, explica Juan Carlos Morales, de la Academia Nacional de Historia.
Es por ello que se considera que la Fiesta del Yamor muestra el sincretismo étnico-cultural entre indígenas y mestizos.
En 1996 hubo el primer intento de una candidata kichwa de alcanzar la corona del Yamor. Verónica Barahona quiso participar en el concurso de belleza, representando al pueblo indígena. No obstante, el Concejo Municipal de ese entonces no le permitió inscribirse. Eso provocó incluso el reclamo de la Confederación de Nacionalidades y Indígenas del Ecuador.
Ese capítulo quedó grabado en los periódicos y mentes de los adultos mayores de la urbe.
Pero ahora el Yamor debe ayudar a construir una ciudad intercultural, comenta Gustavo Pareja, alcalde de Otavalo.
Jorge Torres
Catedrático de la Universidad Técnica del Norte, de Ibarra.
En primer lugar, la participación de una indígena en las fiestas del Yamor es algo que ya se veía venir. Se trata de una celebración mestiza e indígena a la vez. Eso se refleja en el sincretismo. Por un lado, está la festividad ancestral el Coya Raymi (Fiesta de la Fertilidad, en quichua), que de cierta manera la sociedad indígena lo ha asumido como parte de su identidad. Pero por otra, están los valores mestizos, como la adoración a la Virgen de Monserrate que es parte de la Fiesta del Yamor. Dentro de esa dinámica, la celebración debe tener la intención de unificar, pues es una festividad de convivencia entre esas dos tradiciones. Lastimosamente en el convivir diario de la ciudadanía es un tema mucho mas difícil de digerir. Es conflictivo, por ejemplo, que una chica kichwa tenga representatividad en la fiesta, más aún como candidata a reina.