La producción de las denominadas cocinas ecológicas, con las que se busca optimizar el consumo de leña, se propaga en 13 de las 36 parroquias rurales de la provincia de Imbabura.
Para este 2021 está previsto construir 1 019 estufas en los cantones Ibarra, Otavalo, Pimampiro, Urcuquí y Cotacachi. Hasta el 2020 se instalaron 362 hornillas.
Esta es una iniciativa que impulsan la Prefectura de Imbabura y a la que se han sumado las Juntas Parroquiales y los vecinos de las comunidades. El objetivo es alcanzar la eficiencia energética y mitigar los efectos del cambio climático.
Karen Terán, técnica de la Prefectura, cuenta que iniciaron con las primeras acciones en el 2018. Ahora quieren motivar a otras parroquias a que se adhieran a esta propuesta.
Al principio se inspiraron en un modelo de fogones fabricados en países del Hemisferio Norte, especialmente de climas fríos y que no cuentan con suficiente vegetación, para adquirir leña.
El modelo de la cocina se fue adaptando de acuerdo con la realidad del medio, especialmente con el uso de materiales de la zona que hace más accesible su construcción. La idea es que el costo no se encarezca.
Terán explica que la cocina está diseñada con una boca de horno pequeña que permite usar desechos de podas o rastrojos, por lo que no hay espacio para el uso de troncos de árboles.
En los hogares donde se ha implementado este nuevo sistema se ha reducido hasta en un 50% el consumo de leña, comenta. Eso permite una disminución de las emisiones que generan la combustión del material vegetal.
En la casa de Esperanza Ormaza, situada en la comunidad de Guadual, en la parroquia La Carolina, en el noroccidente de Ibarra, se construyó el 10 de junio una de estas cocinillas.
Es la primera de este tipo que se levanta en esta localidad, por lo que su fabricación se hizo en minga, con obreros de la construcción de la zona, interesados en conocer esta nueva técnica. Lo que se persigue es que ellos puedan ser contratados para la elaboración de otras estufas.
Ormaza, de 65 años, cuenta que acostumbra a preparar alimentos, como fréjol y yuca, en un fogón de leña. La mujer utilizaba una rústica cocina, por lo que cuando le plantearon construir una nueva en su casa aceptó con mucha expectativa.
Carlos Viteri, presidente de la parroquia La Carolina, dice que en esta comunidad inicialmente son 58 beneficiarios, especialmente en hogares de las comunidades altas en donde es más difícil acceder a un cilindro de gas.
La parroquia de Apuela, en el cantón Cotacachi, es pionera en esta iniciativa. David Morales, vecino del sector, cuenta que, si bien conocían de manera teórica el principio de funcionamiento de estas estufas, no tenían experiencia en su construcción.
Por eso, en este proceso han ido experimentando hasta llegar al diseño actual. “Del modelo inicial queda el principio de la cámara de combustión Rocket, tipo cohete”.
Para construir la cocina ecológica se necesitan 12 materiales, entre ellos una plancha de metal (80 centímetros de largo por 40 de ancho), una chimenea, 70 ladrillos, dos caretillas de arena fina y un medio quintal de cemento. También se usa un material llamado ‘pomina’, barro, melaza, pequeñas barrillas de hierro, cerámica, mortero adhesivo y rocas de desecho, para la base.
La Prefectura de Imbabura asume el pago de las planchas de tol, las Juntas Parroquiales adquieren el resto de los materiales y cada beneficiario paga la mano de obra. Cada cocina está valorada en USD 250.
En Apuela, hasta el momento, se han cimentado 103 hornillas. Poco a poco la implementación de este tipo de fogón se fue ampliando. La iniciativa se replicó en localidades vecinas del Valle de Intag, como Cuellaje, Peñaherrera, Vacas Galindo, García Moreno, Selva Alegre y Plaza Gutiérrez. En esta última localidad la meta es que todas las familias tengan su cocina ecológica por lo que este es el tercer año en que se priorizó la inversión en su presupuesto participativo.
Las cocinas ecológicas también se han empezado a construir en la comuna Zuleta, las parroquias de Lita, Pataquí, Sigsipamba y Tumbabiro.