Las intervenciones se efectuaron en los quirófanos del Hospital del IESS. Foto: Juan Carlos Pérez/ EL COMERCIO
“Su hijo tiene una severa malformación facial”, dijo el pediatra que atendió el parto de Isabel Franco, el 12 de septiembre del 2000, al dar a conocer el diagnóstico de la condición de su bebé.
La primera sensación de esta madre fue temor por el futuro. La idea de concebir un futuro prometedor para un pequeño con una profunda fisura, que afectaba su lengua, paladar, labio, mejilla y ojo derecho, no aparecía en su mente.
Después de siete intervenciones quirúrgicas cambiaron la concepción de esta madre de familia, quien ahora cree que su hijo “puede alcanzar todo lo que se proponga si lucha y tiene fe”.
Isabel es parte de los 150 padres de familia beneficiados por la jornada 122 de la Fundación Operación Sonrisa Ecuador. La cruzada, efectuada en Santo Domingo de los Tsáchilas, cumple su aniversario 19, devolviendo sonrisas a niños y jóvenes con paladar hendido o labio leporino, a través de operaciones de reconstrucción gratuitas.
Madres como Isabel llenaron las salas del Hospital del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), el sitio donde se efectuaron las cirugías desde el 23 hasta el 27 de julio del 2014. Aunque sus historias de diagnóstico se repiten, su sufrimiento no es el mismo.
En varias de las camillas, las pequeñas cicatrices sobre los labios de los infantes, que ya fueron intervenidos anteriormente, son una señal de constancia y felicidad para los padres de familia.
La madre de Drake S., Sandra Salcedo toca con alegría el labio superior de su hijo de año y medio. Ella recuerda los días en los que a su retoño “le hacía falta ese pedacito de labio” y tenía que buscar las formas para alimentarlo sin que la comida se saliera por sus fosas nasales.
“Cuando miro la cicatriz sé que va por buen camino y que se sanará pronto”. Esta madre viajó desde el Quinche, una parroquia de Quito, en el norte de Pichincha, para que su vástago fuera intervenido.
El director ejecutivo de la Fundación Operación Sonrisa, Francisco Punina, considera que la secuelas en el alma y el corazón son las más difíciles de curar. Mediante un análisis realizado por la entidad se determinó que una persona con una malformación cráneo facial sufre alrededor de 60 agresiones visuales en el camino de su hogar hacia el mercado.
“Estas miradas son algo que marcan la psiquis a de un individuo (…) La intervención siempre va a dejar una cicatriz, pero lo más importante es que no deje una herida en el alma. Por ello trabajamos en el soporte psicológico de los chicos atendidos, para que ellos no tengan problemas al enfrentar su realidad”.
Para Sandra, la sensación de que su hijo sea observado “de forma extraña” es algo que ella no puede soportar. “La gente es muy mala y muy discriminatoria, por eso uno trata de que los niños tengan su carita buenita”.
La jornada
– Los 10 mejores estudiantes de seis colegios fueron invitados como observadores de la jornada humanitaria. Esta invitación busca prospectos de jóvenes que en un futuro puedan unirse a la cruzada de Operación Sonrisa.
– El IESS, el Ministerio del Interior, el Patronato Municipal, la Cámara Junior Internacional y varios auspiciantes de Santo Domingo de los Tsáchilas apoyaron esta causa.
– La jornada contó con médicos invitados de Estados Unidos, Canadá, Italia, Honduras, Brasil y México.