Con danzas y rituales, ayer se celebró el Coya Raymi (Fiesta Reina) en varias comunidades de Imbabura. En el cantón Cotacachi, donde el 80% de sus 37 215 habitantes son indígenas, la algarabía se concentró en el Topo y en Perafán. Son dos de las 49 comunidades del área andina que están empeñadas en el rescate de las tradiciones ancestrales.
El Coya Raymi es parte de la identidad del pueblo quichua, que se ha ido perdiendo. Así reflexiona Luis Guadilango, un campesino de 38 años, que llegó a Perafán desde la vecina comunidad de Tumibamba. Ahí niñas vestidas con anacos (faldas) y blusas bordadas y niños con pantalones, camisas blancas y sombreros escenificaban una faena agrícola.
Equipados con palas y azadones representaban cómo sus padres realizan la siembra del maíz. Un grupo de madres de familia también realizó un baile tradicional llevando en sus manos mazorcas de maíz y chicha de jora.
Los ritmos alegres de los sanjuanitos acompañaban la programación, que contó con el apoyo de las comunidades indígenas, el Instituto Nacional de la Familia (Infa) y el Patronato de Cotacachi.
Los aplausos de 150 padres que se citaron en la Escuela Bernardino Echeverría, de Perafán, alegraba a los niños como Adrián Cabezas, de 10 años. “La fiesta es para contentar a la madre tierra”.
El Coya Raymi es una de las cuatro fiestas que celebraban los indígenas, señala José Yamberla, técnico de protección integral del Infa en Cotacachi. “Están relacionadas con las fases agrícolas y la ubicación del Sol”. Ayer, por ejemplo, la conmemoración coincidió con el equinoccio.
“Al mediodía, exactamente, las personas no proyectan sombra, porque el Sol está en su cenit. Eso implica que hay cambio de estación”, explica Yamberla. “Debería ser el inicio del año. Cuando las semillas inician su ciclo”.