Cientos de turistas que llegaron a playas cerradas durante el feriado tuvieron que conformarse con un baño de sol

En Punta Carnero, en Salinas, los vehículos se parqueaban a un lado de la vía y se bajaban grupos de familias y de amigos a disfrutar un rato de la arena y a mojarse los pies en el mar antes de que los desocupara la Policía. Foto: Mario Faustos / EL COMER

Centenares de turistas llegaron a las playas de las provincias de Guayas y Santa Elena, cuyos balnearios seguían cerrados el fin de semana, tuvieron que conformarse con tomar algo de sol, disfrutar de la gastronomía local y volver a casa.
La Intendencia de Policía de Santa Elena informó que 50 personas fueron sancionadas por resistirse a abandonar las playas peninsulares solo el sábado, en el primer día del feriado. La multa es de USD 100 por ordenanza.
Entre el sábado y parte del domingo unos 3 000 turistas fueron retirados de 14 kilómetros de la playa de General Villamil Playas, según información preliminar del municipio.
En Salinas restaurantes reportaron ventas de hasta el 20 y 30% de los ingresos habituales para un fin de semana, los mejores resultados desde su reapertura en el marco de la crisis sanitaria.
En la comuna San Pablo, parador gastronómico tradicional de la Ruta del Spondylus, restaurantes registraron ventas de hasta del 60% respecto a un feriado habitual como el del 10 de Agosto.
Luis Tenempaguay, propietario de un restaurante en San Pablo y dirigente de la Cámara Provincial de Turismo en Santa Elena indicó que las mayores ventas con respecto a otros puntos de la provincia se debió al poco control que se ejerció en la zona sobre el uso de una playa de fuerte oleaje, en un punto no tradicional para bañistas.
“En San Pablo mucha gente se metió a la playa, tuvimos que llamar varias veces a la Policía por personas amontonadas”, indicó Tenempaguay. Su local atendió a unos 150 clientes sobre todo el domingo, cuando en el mismo feriado del año pasado superaron los 400.
“La gente que vino fue la de Guayaquil, pero estas fechas eran importantes previo a la pandemia por el turismo que llegaba de Quito, ya que coinciden con las vacaciones de la Sierra”, indicó el dirigente, que siente que se desaprovechó la oportunidad de impulsar una mayor reactivación por la negativa de los COE cantonales a reabrir los balnearios.
La libre circulación de vehículos particulares sin restricción de placa ni semaforización aprobada a última hora por el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) nacional para el feriado le dio un impulso económico a los restaurantes, pero la ocupación hotelera fue muy baja en Guayas y Santa Elena.
Los sectores hoteleros de Villamil Playas en la provincia del Guayas y de la provincia de Santa Elena registraron una ocupación de entre el 6 y 7% de sus habitaciones, sobre todo el sábado y el domingo, según informaron las cámaras locales de turismo.
En el hotel Arena Caliente de Villamil Playas tuvieron que devolver un proporcional del hospedaje a turistas que tomaron cinco habitaciones pero que salieron enojados al no poder acceder al mar, contó Esperanza López, de la Cámara de Turismo Cantonal de Playas. “Vino bastante gente, pero todo estaba militarizado. Tenemos extensos kilómetros de playas y hubiéramos podido abrir el balneario cuidando al turista y a la economía local que vive del turismo, al borde de la quiebra”, se quejó López.
Solo el 40% de los 68 hoteles comenzaron a reactivarse en Playas. El hotel Arena Caliente, por ejemplo, recibió la visita de ocho huéspedes el feriado, pero cuenta con 38 habitaciones.
La provincia de Santa Elena tiene previsto reabrir sus playas el 25 de agosto y el Villamil Playas prevé definir esta semana una fecha de apertura.
Los patrulleros de la policía recomendaron dejar los balnearios a cientos de bañistas en sectores como Puerto Lucía y Punta Carnero, en Salinas y en las playas peninsulares de Ayangue, Olón y Montañita.
En Punta Carnero, un sector de fuerte oleaje 13 kilómetros al sur de Salinas, los vehículos se parqueaban a un lado de la vía y se bajaban grupos de familias y de amigos a disfrutar un rato de la arena y a mojarse los pies en el mar, hasta que la policía los desocupaba. Los patrulleros podían tardar una media hora en barrer los 9 kilómetros de playas con lo que ciertos grupos alcanzaban a tomar un baño.