Las deudas desesperan a Jorge Toledo, de 52 años. Hace un año y medio se quedó sin trabajo. El bajo precio del cajón con tomate Dominic, la falta de asesoramiento técnico y de un crédito bancario, le impidieron volver a producir en el invernadero que construyó hace cinco años en el Suyo de la parroquia Yaruquíes, en Riobamba.
En los tres años y medio que funcionó el proyecto, financiado con los USD 15 000 entregados por el Programa Kucayo de la ex Secretaría Nacional del Migrante (Senami), logró pagar los salarios de seis empleados. Asimismo, cubrió los gastos de producción y canceló una parte de sus deudas.
Sin embargo, entre enero y marzo del 2012, el precio del cajón de tomate bajó a USD 1,50. No logró recuperar la inversión y quebró. Para pagar al Banco de Fomento y otras instituciones financieras vendió un terreno, pero no fue suficiente, aún debe dinero.
Toledo es ingeniero químico. En 1998 tramitó la visa de turista y viajó a California. Ahí laboró ocho años como mesero en un restaurante. Los USD 3 000 mensuales que ganaba financiaron la educación de sus cuatro hijos. En el 2008 decidió regresar al Ecuador. Lo hizo por su propia cuenta.
Durante mucho tiempo permaneció desempleado y tuvo que dedicarse a la producción de tomate. “La intención del Gobierno con el Programa Kucayo fue bueno, pero faltó más asesoramiento técnico. Tuve que aprender a producir tomate, nadie me ayudó”.
Toledo buscó apoyo para que le dieran un nuevo préstamo pero no tuvo eco. “No tengo trabajo y estoy endeudado, no se qué hacer”.
El coordinador de la Zona 3 del Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana, Julián Guamán, explicó que el plan Kucayo no fue tan efectivo, porque se limitaba a promover emprendimientos.
Por eso fue reemplazado con el Plan Retorno que consiste en motivar el regreso de los ecuatorianos dándoles facilidades para que traigan el menaje del hogar, un vehículo para trabajo o maquinaria sin pagar aranceles.
Indicó que si se requiere de una vivienda o gestionar créditos para financiar un emprendimiento industrial, agrícola, ganadero o de vivienda, este organismo les refiere a los diversos ministerios o entidades financieras que tienen planes de ayuda, asesoramiento técnico y de financiamiento, para que obtengan su crédito sin trabas.
De eso desconoce Gerardo Martínez. Retornó de Valencia, España hace dos años y no tiene empleo. Allá laboraba en una empresa de construcción. Por la crisis económica se quedó sin trabajo. Eso le obligó a entregar la casa que compró en 62 000 euros. “Pagué la mitad, pero tuve que devolverla”. Por eso decidió retornar. Pensó que tendría más estabilidad. Pero al llegar se le cerraron las puertas.
“Tengo algunas chauchas pero nada más. Nadie nos ayuda, ni nos informan a donde acudir”, explicó preocupado.
Jaime Veletanga/Migrante
‘Las ventas bajaron y no logré recuperar a mi clientela’
Hace 16 años migré a Inglaterra. Estudiaba el cuarto año en la Facultad de Agronomía de la Espoch. La falta de dinero me impidió que continuara. El primer trabajo que encontré fue de lavador de vajillas.
Luego ascendí a ayudante de cocina. Retorné en el 2008 e instalé mi propio restaurante. El negocio lo instalé con el aporte de USD 15 000 que me entregó el Programa Kucayo. Mi contraparte fue USD 42 000.
El negocio iba bien, pero con el cierre de la terminal terrestre y la colocación de quioscos de comida bajaron las ventas. Arrendé esas instalaciones.