Los efectos del invierno se sienten con fuerza en la periferia de Santo Domingo

La quebrada se ha convertido en un foco de contaminación. El agua lluvia se acumuló en la boca de tierra y formó un lago de unos 10 metros de diámetro. Está al pie de cuatro casas, ubicadas en el asentamiento Eloy Alfaro, en el oeste de la ciudad de Santo Domingo.

Las viviendas están a punto de desplomarse. Son estructuras endebles: de madera y caña guadúa. El Comité de Operaciones Emergentes (COE) dispuso la reubicación de las familias de la zona. Pero se niegan a dejar sus hogares.

“No tenemos a dónde ir”, dice Isabel Cano. “Aquí no pago arriendo y la casa aún resiste. Entre y compruébelo usted mismo”.

El piso, de madera, se mueve con cada paso. Por las rendijas se ve la laguna con agua verde y llena de desperdicios.

Cuatro patos nadan y con su aleteo espantan a los mosquitos que se han acumulado en el sitio. “Debemos tener mucho cuidado con los niños para que no se enfermen o se caigan al agua”, reconoce Cano. “Uno no puede ir a trabajar en paz porque no podemos dejar a los niños solos”.

Ellos juegan fútbol en la calle de la entrada de la casa. No está pavimentada. Cuando llueve se convierte en un lodazal.

Esta es la tónica en la mayoría de barrios de la periferia de Santo Domingo. Las vías están llenas de baches. Los carros livianos no pueden ingresar.

“Debemos caminar para llegar a las casas, porque los taxistas dicen que se les dañan las llantas”, cuenta Rosa García, moradora del barrio 2 de Mayo.

Según el Municipio, los barrios de la periferia se construyeron de forma desordenada, sin las autorizaciones respectivas. Por eso tampoco tienen servicios básicos como alcantarillado, agua potable o vías de acceso.

8 000 familias viven en 117 asentamientos (invasiones). Ya se ha legalizado a 82 de estos y otros 35 están en el proceso.

Uno de ellos es el asentamiento Eloy Alfaro. Allí se instalan los medidores de luz y los pobladores esperan que se resuelva el problema del agua empozada.

Según la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos, desde que empezó la época invernal 19 familias han resultado afectadas. Tuvieron que ser evacuadas y se encuentran actualmente en hogares que los acogieron.

El COE se activó y las instituciones que lo conforman se encuentran pendientes de la situación.

“El invierno recién empieza a sentirse”, dice Cano. En mi barrio (Eloy Alfaro) cuando llueve las casas quedan inundadas.

En su vivienda viven seis personas (cuatro menores de edad). Usan hamacas para dormir y no tienen ventanas.

Se han acostumbrado a las picaduras de zancudos, propios de la temporada invernal.

Cano subsiste de la venta de empanadas. A diario recorre los barrios de la periferia para venderlas. En invierno, un viejo plástico la defiende de las lluvias. Las botas de agua, en cambio, evitan que se hunda en el lodo.

Caso de dengue grave

Una menor de edad dio positivo a dengue grave. La pequeña llegó el lunes pasado al hospital Gustavo Domínguez.

El martes fue trasladada al hospital Francisco Ycaza (Guayaquil) para que reciba atención especializada. Ahí lograron estabilizarla y sacarla de peligro.

360 casos de dengue se han reportado en el país, en lo que va del año. Cinco han sido graves. Uno de ellos incluso causó el fallecimiento de una menor.

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