El Centro Histórico es uno de los sitios de mayor cantidad de aglomeraciones en la capital azuaya. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO
La informalidad y las aglomeraciones han aumentado en Cuenca. El ECU-911 Austro identificó que estos problemas inciden en el incremento de contagios de covid-19 en Azuay.
La semana anterior, el ECU-911 tuvo 1 217 alertas de concentraciones, escándalos y fiestas clandestinas en la provincia. De esa cifra, el 85% se registró en Cuenca, principalmente en los mercados El Arenal, Narancay, 9 de Octubre y 10 de Agosto.
Además, los informales se han apropiado de algunos espacios públicos y los han convertido en ‘mercadillos’, como ocurre en el barrio Narancay, en el sur de la ciudad. Allí, el desorden preocupa a los moradores, quienes han presentado quejas en las direcciones de Control Urbano y de Mercados del Municipio.
También lo han hecho en la Intendencia, dice Ángela Benavides, moradora del sector. Hay más de un centenar de puesto improvisados, que están pegados unos a otros. Hay carteles colocados en las aceras, que invitan a los transeúntes a ingresar a las casetas a servirse comida, probarse ropa, comprar mariscos, frutas, celulares, entre otros productos.
Ni comerciantes ni compradores respetan el distanciamiento y pocos llevan la mascarilla bien puesta, es decir, cubriendo la nariz y la boca.
Para Alfredo Medina, coordinador del ECU-911 Austro, las aglomeraciones aumentan el riesgo de contagios en Azuay, que desde hace un mes registra un incremento sostenido de nuevos casos. De acuerdo con el Ministerio de Salud Pública (MSP), está provincia está entre las cinco con mayor incremento al comparar la tasa acumulada de la anterior semana con la última de noviembre.
La semana pasada, Azuay tuvo 461 nuevos casos. Es decir, un promedio de 66 nuevos contagios por día; ese número representa un 40% más respecto a la última semana de noviembre. Hasta el lunes acumuló 12 338 contagios y Cuenca tiene 9 824, desde el inicio de la pandemia.
Eso muestra que se mantiene la transmisión comunitaria, dice el informe del domingo del Ministerio de Salud, con lo que coincide el analista cuencano Galo Durazno.
No obstante, el porcentaje de positividad (casos positivos de todas las muestras procesadas) ha bajado al 27% en la última semana. Antes superó el 30%. Azuay se ubica entre las 10 tasas más bajas.
El índice de positividad más alto en el Austro corresponde a Cañar, con 39%. Según el reporte del MSP del domingo pasado, de cada 100 muestras procesadas 39 salen positivas. Mientras que en Loja, 23.
En las tres provincias del Austro este indicador ha disminuido, pero sigue siendo preocupante, señala Durazno. Por ello, hay que considerar que el análisis de los datos se hace con base en el número de las muestras del virus tomadas. En el caso de la vecina Cañar, la cantidad es baja: se toman 24 por cada 1 000 personas.
En Loja, en cambio, se toman 41 pruebas, igual que el promedio del país, y Azuay registra 40. Estas dos provincias tienen 28% y 16%, respectivamente, de casos sospechosos, en espera de resultados de diagnóstico, lo cual incide en las cifras.
Los contagios en el Austro han seguido creciendo en el último mes, tras el feriado de Difuntos e independencia de Cuenca.
La tasa de prevalencia o incidencia del virus por cada 1 000 habitantes es mayor. Hasta el pasado 7 de noviembre, en Azuay había 12 casos por 1 000 personas, pero un mes después ha subido a 14.
En Loja, con una población menor y menos de 7 000 infectados, la tasa es igual a la de Azuay, y está por encima de la media nacional que es de 12, hasta el lunes pasado. En Cañar, la provincia más pequeña del Austro en términos poblacionales, está en 9, bajo el promedio nacional.
A Medina no solo le preocupan las aglomeraciones, sino también las reuniones y agasajos navideños que se avecinan en esta época, porque están ligadas al consumo de alcohol. Además, se suman las concentraciones políticas que se generan por la campaña electoral.
Toda esa situación aumenta los riesgos de contagiarse de covid-19. Él explicó, por ejemplo, que en estos días los jóvenes y estudiantes adelantan las cenas y en Navidad se reúnen con sus familias, incluidas personas de la tercera edad, y “eso pone en riesgo la salud de todos”.