Los afros preservan una semilla como amuleto

El antropólogo Javier Valencia conserva la semilla, llamada chocho, en su vivienda y en su taller para atraer la suerte. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO.

El antropólogo Javier Valencia conserva la semilla, llamada chocho, en su vivienda y en su taller para atraer la suerte. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO.

El antropólogo Javier Valencia conserva la semilla, llamada chocho, en su vivienda y en su taller para atraer la suerte. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO.

Los afroesmeraldeños han puesto su fe durante años en la semilla del chocho, para tener suerte en el amor, producir sus campos y tener buenas vibras en el hogar y el trabajo.

El chocho es el fruto de una planta silvestre que se produce en los bosques húmedos tropicales de la provincia de Esmeraldas y llega a medir hasta 3,50 metros de largo. La semilla tiene forma de corazón, es dura y de color café.

Conservar la semilla es una costumbre ancestral que ha pasado de generación en generación. A diferencia del chocho de la serranía ecuatoriana que sirve para la alimentación, este es usado para artesanías y conjuros entre los afros.

También es utilizada por el pueblo Chachi durante la época de Navidad, para elaborar carros como juguete y trompos para sus niños, dice Evaristo Cimarrón, líder chachi.

Según Cimarrón, los ancestros consideraban a la semilla como una fuente de saberes tradicionales del pueblo afrodescendiente, pero también como cábala y amuleto de buena suerte, esenciales en la convivencia de su gente.

En San Lorenzo y Eloy Alfaro, la comunidad la recoge para guardarla en las casas como amuleto y venderlas para trabajos artesanales.

La planta crece en la copa de los árboles. Por ser de característica trepadora, se extiende por al árbol para dar sus frutos. Generalmente, estas plantaciones se encuentran en los bordes de los ríos y playas del norte de Esmeraldas.

En la casa de Prevístero Mina, un afroesmeraldeño de 68 años, se mantiene la tradición de recoger la semilla, secarla y ponerla en pequeños recipientes de mate (calabazas), donde permanecen.

Los habitantes de la comunidad de San Javier, en el cantón San Lorenzo, mantienen la costumbre de guardar la semilla, porque creen que les ayuda a que sus campos produzcan y haya armonía en la casa.

América Nazareno, esposa de Mina, riega las semillas con aceite dos veces por semana. La simiente se ha convertido en su talismán, pues las lleva al campo cuando realiza el trabajo de la siembra.

Tras sus labores las deja cerca de su habitación. Eso lo aprendió de sus padres, quienes recogían la pepa, mientras recorrían el río Bogotá en canoa, en San Lorenzo.

El antropólogo Javier Valencia, originario del norte de Esmeraldas, mantiene esas costumbres. En su casa, la pepa café o semilla permanece debajo de los muebles, en la sala y en su taller de artesanías.

Para usarla como medio armonizador en el hogar, los ancestros hacían una oración donde le pedían amor, abundancia, cuidado, salud. Valencia aún lo practica.

También, ponían una cantidad de semillas conforme a la cantidad de personas que habitaban en la casa; siempre se buscaba el norte como una forma de dirección o rumbo.

Según la creencia afro, el chocho debe mantenerse en aceite de nuez, que es extraído en el campo de Esmeraldas.

El producto es rociado en las semillas mientras se reza una oración, explica el antropólogo Valencia. Quienes se dedican a las artesanías elaboran collares con varias semillas para atraer a la buena suerte.

La venta de los collares es común en los balnearios del sur de la ‘Provincia Verde’. Los extranjeros son los clientes más frecuentes. Por ejemplo, Lucas Lagni, de origen austriaco, usa mucho el fruto como amuleto.

La semilla del amor, como también es conocida, se vende en el centro cultural Mandagua Malaki Macongo, en la ciudad de Esmeraldas, dedicada a impulsar las creencias ancestrales del pueblo afroesmeraldeño.

En contexto
Los afrodescendientes creen que la semilla del chocho es parte de su identidad. Cree que reúne valores, como el amor, la unidad, abundancia, la seguridad, el poder, la justicia y el concepto de pertenencia con las demás culturas, pueblos y nacionalidades.

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