El 27 marzo se convirtió en un día trágico para cientos de cuencanos. Ese día se registró un aguacero por alrededor de 80 minutos en el suroeste de Cuenca.Esta ciudad no había vivido tal desolación en más de 40 años. Hubo dos personas fallecidas, deslizamientos, casas inundadas y hasta colapsadas e incalculables pérdidas materiales.
Las zonas más afectadas fueron El Salado, Barabón y Huizhil. En la primera, la quebrada de El Salado se desbordó por la crecida y arrastró palos. Eso provocó una inundación en 187 casas.
En un centenar de ellas, el agua y lodo subió ocho metros. Decenas de personas, incluido niños, quedaron atrapados al interior de las casas. Por las ventanas de los segundos y terceros pisos pedían auxilio para ser evacuados.
Los Bomberos con ayuda de botes inflables y de un vehículo anfibio rescataron a unas 40 personas. Algunas paredes colapsaron y otras eran destruidas por sus dueños para que fluyera el agua. Las calles se volvieron ríos. Para los afectados, el problema se debió a que el Municipio embauló la quebrada y no la dejó en su cauce natural. Pero Carlos Jaramillo, gerente de Agua Potable de Etapa, asegura que fue una lluvia extraordinaria, que ocurre cada 30 ó 40 años.
Las familias perdieron sus enseres porque el agua ingresó con abundante lodo. Con escobas y baldes aún limpian algunas pertenencias recuperadas.
En Huizhil murió Gilberto Sanmartín tras caerle una pared de ladrillo ante un deslizamiento. Su esposa logró sobrevivir, pero sigue hospitalizada y su estado de salud es reservado.
En Barabón, en cambio, Polibio Chicaiza, de 42 años, murió aplastado por otro derrumbe de magnitud, mientras limpiaba una calle. También hubo seis personas heridas, una casa se destruyó y 10 están en riesgo.
Los desastres de los tres sectores dejaron a más de 1 000 personas afectadas. De ellas 350 viven en albergues. Allí reciben ayuda material y piscológica de las entidades del Gobierno y del Municipio de Cuenca. Pero lo más importante es la solidaridad de los cuencanos.
Testimonios
Zoila Guevara / Afectada
‘Mis tres hijos se salvaron de milagro’
Ese día estuve en mi trabajo. A eso de las 18:00 recibí una llamada de una vecina que me informaba sobre la inundación en el sector. Mis tres hijos, de 10, 6 y 5 años, estaban adentro de la casa. Pensé que habían muerto ahogados, porque el agua ya estaba en el segundo piso. Se salvaron de milagro. El mayor les había llevado a la parte alta. Habían colocado sillas sobre la cama y desde allí gritaban por ayuda. Un bombero dijo que si llovía más mucha gente habría muerto.
César Contreras / Afectado
‘Mi hijo no quiere regresar a mi casa’
El desbordamiento de la quebrada El Salado tomó por sorpresa. Por eso, muchas personas se quedaron sin poder salir de las viviendas. Creí que moriría con toda mi familia. Nunca imaginé estar navegando en botes por mi barrio. Fue una locura. Todos los vecinos perdimos las pertenencias y enseres de valor, pero al menos seguimos con vida. Dios nos dio una nueva oportunidad. Mi hijo de 7 años no quiere regresar a la casa.