Gran afluencia de público se registró la mañana de este viernes 2 de noviembre en los alrededores y al interior del Cementerio Patrimonial del Guayaquil. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
Como cada 2 de noviembre, tres de los septuagenarios hermanos Montecé se reunieron con guitarra y requinto en mano para cantarle a sus padres pasillos, pasacalles, boleros y corridos y emprender un recorrido que incluye tres tumbas de hermanos y sobrinos en el Cementerio Patrimonial de Guayaquil y una más en el cementerio del vecino cantón Durán.
Los mellizos Carlos y Carlos Marcelo, de 73 años, y José (79 años) subieron a lo alto del cerro del Carmen la mañana de este viernes 2 de noviembre a visitar la tumba de su madre y a cantar de forma sentida, con voz desgarrada por los años y por el aguardiente temas como Qué linda madre querida.
En el tercer piso de un bloque de bóvedas cercano a la Puerta 1 del Cementerio del Puerto Principal visitaron a un sobrino fallecido hace 9 años al que le cantaron temas como Somos huerfanitos y Triste, muy triste la vida, cuya letra deja patente que “poquito a poquito se acaba la vida de ser trovador”.
Los hermanos Carlos Marcelo y José Montecé les llevaron música de guitarra y requinto a sus difuntos en el Cementerio Patrimonial del Guayaquil. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
Los hermanos de raigambre montuvia –uno de ellos regenta una finca en Quevedo– estuvieron entre los miles de deudos que visitaron el camposanto por el Día de los Difuntos.
La Junta de Beneficencia de Guayaquil, que regenta el Cementerio, abrió 10 de las 16 puertas de una necrópolis que habitualmente sólo abre al ingreso del público seis de sus portales. Y espera recibir unas 600 000 personas por la fecha de Conmemoración a los Fieles Difuntos.
Avenidas como la Julián Coronel y la Pedro Menéndez Gilbert registraron atascos y congestionamientos debido a la gran afluencia de público y de vendedores ambulantes que se apostaron a las afueras del camposanto.
Los ramos de flores naturales y de plástico se venden desde USD 1. Y unas pequeñas escobillas para limpiar las tumbas se comercializan en cincuenta centavos.
La Agencia de Tránsito Municipal (ATM) priorizó el uso peatonal de uno de los carriles de la Av. Pedro Menéndez. Y en toda el área del centro-norte de la ciudad escasean los sitios de parqueo.
Roberto Vera Merchán, de 55 años, llegó desde la apertura de las puertas a las 7:00 y a las 10:30 había terminado de pintar el fondo blanco, las letras negras y doradas de los nombres de sus padres en la tapa de una de las bóvedas cercanas a la Puerta 1.
Roberto Vera Merchán, comerciante de 55 años, volvió a pintar el fondo blanco y las letras de la tumba de sus padres. Fotos: Mario Faustos / EL COMERCIO
Vera también tenía previsto hacer un recorrido para limpiar y pintar las bóvedas de otros cuatro de sus difuntos, entre ellos las de dos hermanos y las de sus abuelos, algo que calcula le tomará buena parte del día. El cierre de las puertas está previsto para las 19:00.
“Vengo por el cumpleaños de mis padres, por el Día de la Madre y el Día del Padre, más que un compromiso es un ejercicio de amor”, dijo Vera en voz baja, con el pincel en la mano y los ojos aguados.