La mayoría de las 900 personas que habitan en la comunidad de Calhua, en Ambato, capital de la andina provincia de Tungurahua, realizaba una minga para colocar las vigas en la cancha de fútbol, la tarde del sábado 8 de marzo del 2014. Por el trabajo nadie se percató de la pertinaz lluvia que caía en la zona y mucho menos de sus consecuencias.
Muchos bajaron a comer. El resto se quedó en la parte más alta de la comuna precisamente por el aguacero. José Manuel Bosque recuerda que cuando empezaron a descender, la gente empezó a murmurar que la lluvia había derrumbado algunas casas. Cuando llegó a la suya no pudo contener el llanto al ver que estaba caída.
El inmueble de construcción mixta levantado con bloque y con cubierta de zinc fue destruido completamente por la corriente de agua que bajó de la montaña. El agricultor dice que lleva 45 años viviendo en la zona y que es la primera vez que sufre las consecuencias de la lluvia.
“Nunca había llovido en esa magnitud. Ahora estamos perdidos porque no tenemos dónde vivir. La Policía Nacional nos ayudó con colchones y cobijas. Estamos durmiendo en la casa comunal de Calhua Grande. Esperamos que las autoridades se conmuevan y nos ayuden”, comentó Bosque.
Los pobladores de mayor edad se organizaron para hacer otra minga. La nueva intención fue abrir el camino para que puedan pasar los vehículos, desalojar las zanjas para que se vaya el agua y evitar que se represe y cause más daños. Apenas lograron su objetivo pasadas las 17:00 de hoy, 9 de marzo del 2014.
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Foto: Raúl Díaz para EL COMERCIO
En la pequeña cancha los más jóvenes jugaban fútbol. Algunos curiosos visitantes caminaban alrededor de lo que quedó de las seis viviendas más afectadas. Los niños corrían pero aún sienten temor de que las estructuras se sigan cayendo.
María Angélica Analuisa tuvo que recurrir a su familia. Acomodó lo poco que le quedó de su casa en la vivienda de su hija. Ella se cambió de lugar de residencia debido a un problema de salud. “No podía caminar hacia arriba entonces, hace cinco años construí una nueva vivienda en la parte baja de la comunidad. Ahora está caída toda”.
El muro levantado por los padres de familia de la escuela comunal se vino abajo y cayó sobre una parte de la casa de Analuisa. La comunera afirma que perdió 150 cuyes porque el lodo y los escombros de la pared los taparon.
En el interior del inmueble, también de construcción mixta, todavía hay agua. La ropa, los muebles y los trastos se perdieron. Su fuente de ingreso, los animales menores, también.
Para el 10 de marzo del 2014, los afectados esperan la visita del personal del Ministerio de Vivienda. “Ellos harán una evaluación de las viviendas”, finaliza Bosque.