Los hijos son la prolongación de la existencia. Así reza la letra de la canción El camino de la vida, interpretada por el dúo Los Visconti. Eso ocurre en el deporte con los hijos de ex seleccionados nacionales y provinciales, quienes siguen los pasos de sus progenitores.
La nueva generación, por las facilidades que ahora tiene, ha superado en éxitos a la antigua. La mayoría practica la misma disciplina de su padre, quien en la infancia fue su técnico y guía principal.
Hay ejemplos concretos en el Austro con los herederos del exfutbolista Jorge Criollo, del exbasquetbolista Patricio Tamayo, de los exmotociclistas Édgar Benenaula, Juan Dávalos y Felipe Merchán, de los extaekwondosistas Marco Chango y Eddy Guerrero.
También están los exfutbolistas Hugo Barrera y Carlos Feraud, el exmarchista Luis Chocho, entre otros destacados exdeportistas. Sus hijos, en la actualidad, sobresalen a escala nacional e internacional.
Los padres se muestran orgullosos por los últimos éxitos obtenidos y los hijos están agradecidos por la experiencia compartida a lo largo de sus vidas, no solo en el campo deportivo. Desde la infancia acompañaron a sus progenitores en los entrenamientos y allí nació el amor por cierta disciplina.
En la actualidad, los futbolistas Carlos Feraud y Fernando Criollo, la basquetbolista Isabel Tamayo, los marchistas Andrés y Franco Chocho, el motociclista Andrés Benenaula, la taekwondosista Karla Guerrero, entre otros deportistas, brillan como seleccionados de Azuay y de Ecuador.
La mayoría festeja el Día de Padre haciendo deporte, en compañía de su ser querido. Benenaula, por ejemplo, compite hoy en el Latinoamericano. A continuación les ofrecemos tres historias.
Los Benenaula-Gavilánez
El motociclismo es su pasión
La oficina de Édgar Benenaula está llena de trofeos, medallas y revistas. En las paredes de un espacio de cinco metros de largo por cuatro de ancho sobresalen fotos a colores de varios tamaños.
Dos retratos son especiales para él y su hijo Andrés Benenaula Gavilánez, quienes fueron fotografiados con el belga Stefan Everts y el italiano Antonio Cairoli.
El primero tiene 10 títulos mundiales en la categoría MX2 y el segundo es quíntuple campeón mundial. “Es como fotografiarse con Pelé o Maradona para los futboleros”, compara Benenaula. En la foto con Everts, el motociclista de 48 años luce una camisa con los colores de Ecuador; su heredero viste la tricolor.
Las fotos les traen gratos recuerdos, porque fueron hechas durante la participación de Andrés en los mundiales del motociclismo del 2007 y del 2010, cumplidos en Nueva York y Denver, Estados Unidos. De esas dos intervenciones tiene placas de reconocimiento que recibió de la Federación Ecuatoriana de Motociclismo. “Es lo máximo, un sueño que no pude alcanzar como deportista y él lo logró”.
Benenaula fue medallista de bronce latinoamericano. Pero, en el país, sigue acumulando títulos nacionales y locales. Ha sido tricampeón nacional de Enduro y seis veces campeón nacional de Motocrós. Desde los 35 años compite en la categoría de mecánica nacional y siempre está en el podio. Entre él y su hijo contabilizan 1 400 trofeos.
Andrés agradece a su progenitor por haberlo inculcado a la práctica del motociclismo desde los cinco años, por ser su técnico y compañero de viajes. Es más, hoy están juntos en el Latinoamericano de Motociclismo en Alajuela, Costa Rica. “Quiero dedicarle el título latino en su día”, anticipó.
Los Tamayo-Arteaga
El básquet está en sus venas
Patricio Tamaño tiene entre sus recuerdos una foto tomada en el mirador de Turi con sus hijos Iván y Oswaldo, de 22 y 21 años, quienes lucen los uniformes de la selección nacional de basquetbol.
Ellos, desde hace cuatro años, estudian en la Universidad de Memphis, Tennessee, Estados Unidos. Su última hija, Isabel (17 años), es alumna del colegio Asunción, en donde se destaca como atleta y basquetbolista.
Los tres siguieron los pasos de su progenitor, quien desde 1969 hasta 1994 integró preselecciones de basquetbol del país y formó parte de combinados ecuatorianos de voleibol, como deportista y técnico.
También tienen otro ejemplo, su madre Irma Arteaga, una destacada basquetbolista que sobresalió en su época con los equipos ecuatorianos.
Para la familia Tamayo Arteaga, el deporte es parte del convivir diario, cuya principal disciplina que practica es el basquetbol, ya sea de manera competitiva o recreativa.
El jefe del hogar se siente realizado al contar que los varones, en su momento, defendieron al país y lo hicieron de buena manera. Isabel, en cambio, es campeona nacional en lanzamiento de la bala y con la selección de basquetbol del Azuay fue medallista de bronce en los IV Juegos Nacionales Absolutos.
Isabel e Iván enaltecen a su progenitor al calificar como el mejor entrenador de basquetbol que han tenido y de quien han asimilado todo lo que saben. “Todos sus reproches me sirvieron para mejorar y de eso estoy muy agradecido con mi padre”, sostiene su hijo mayor. La menor, en cambio, está convencida de que la exigencia de su padre le sirvió para superarse en todos los aspectos de la vida.
Patricio Tamayo, de 60 años, no deja de jugar basquetbol, voleibol y fútbol con sus hijos y amigos.
Los Criollo-Peralta
El fútbol, una herencia familiar
En un costado izquierdo de la pared de ingreso a la sala del domicilio de Jorge Criollo sobresale un cuadro rectangular de madera con una composición fotográfica.
Allí aparece el exfutbolista cuencano subido en el podio, con el uniforme tricolor, recibiendo la presea de oro obtenida en los Juegos Bolivarianos de 1985. También consta vestido con los colores de la selección del Azuay, Liga de Cuenca y Deportivo Cuenca.
Jorge, quien se retiró del fútbol a los 26 años por desacuerdos con los dirigentes del ‘Expreso Austral’ de esa época, sigue en actividad con Azuay 85.
Se trata de un conjunto que en 1985 obtuvo el tercer lugar en los Juegos Nacionales de Manabí y se mantiene vigente. En ese grupo están ex jugadores como Servio Cabrera, Iván Pesántez, Galo Coronel…
Junto con la composición fotográfica hay un cuadro pequeño en donde están sus herederos Fernando y Bryam Criollo Peralta, de 17 y 12 años, quienes aparecen como seleccionados de fútbol de la escuela Hernán Cordero, al igual que lo hizo su padre en la infancia.
En la actualidad siguen sus pasos: su hijo mayor juega en el equipo Sub 17 de Liga de Cuenca y el menor lo hace en la Sub 12 del Deportivo Cuenca.