José Adán Dumes está preocupado por el riachuelo que se formó por el desbordamiento del río Vinces. Esa corriente de agua tiene incomunicados a varios poblados en Daule.
“Aquí estamos en desgracia y ninguna autoridad viene a socorrernos. Estamos guácharos (solos)”, se queja este agricultor del sector de Jigual, en la parroquia Juan Bautista Aguirre.
Son tres puntos en los cuales está cortado el camino de segundo orden que conecta al recinto Los Quemados con Los Tintos, pasando por Jigual y Sapanal.
Sus pobladores piden ayuda alimenticia y médica, así como fumigación contra los mosquitos.
Alcides Sánchez, otro agricultor del sector, tiene su machete en mano, hoy más por costumbre que por ser su habitual herramienta de trabajo. Por las continuas inundaciones causadas por el desbordamiento del río Vinces, en este invierno no sembró arroz.
En esa zona viven unas 35 familias. Ahí el desempleo aumentó, pues las inundaciones no permitieron a la mayoría sembrar. Y los pocos que se arriesgaron a tener sus sembradíos, ahora ven con preocupación que no podrán sacar sus productos.
Sánchez también lamenta el abandono de las autoridades. Dice que la solución a futuro es colocar, al menos, tres alcantarillas en el camino vecinal. Además, hay riesgo de que la correntada cause daños en otros puntos.
Cerca de allí, en el recinto Los Quemados, la única escuela del lugar, la fiscal N°4 Carlos Rodríguez, está cerrada. Está en medio de una laguna, al igual que varias casas a las que se accede únicamente en canoa.
Mejor suerte, en cuanto a atención de las autoridades, tienen otros recintos. Allí maquinaria de la Prefectura del Guayas y de la Secretaría de Gestión de Riesgo trabaja reforzando o construyendo muros. La intención es contener la fuerza del río Los Tintos, cuyo nivel alto aún preocupa a pobladores y agricultores.
Cristian Ruiz, presidente de la Junta Parroquial de Juan Bautista Aguirre, dice que se tuvo que levantar el muro por el lado este de la parroquia y limpiar siete alcantarillas taponadas. Eso evitó que Los Tintos quedara bajo el agua.
En el pueblo de Sapanal si bien bajó el nivel de la inundación, los efectos se mantienen. El camino de tierra tiene varios huecos y las aguas destruyeron el arroz que estaba por cosecharse.
La escuelita Martha Bucaram, una pequeña covacha de caña en Bapao de Abajo, hay clases normales, pues la endeble aula está al nivel de la vía. Sin embargo, la mayoría de los 15 pequeños estudiantes llega en canoa.
Hacia el otro lado de la parroquia, en El Porvenir, el estero del mismo nombre amenaza con inundar otras zonas . Además, con llevarse un puente construido hace 40 años. Los pobladores colocaron enormes piedras para proteger las bases.
Édgar Duarte, agricultor y vicepresidente de la Junta Parroquial, explicó que la ausencia de palizada en la corriente evita el colapso del puente y de varias casas. Por eso, propone elevar el viaducto.
En esa zona, la Prefectura del Guayas construye, desde hace mes y medio, un muro de 5 m de ancho y de 1,6 km de extensión hasta Monte Mono.
Sin embargo, la carrtera que conduce hasta el sitio La Alborada está deteriorada por las lluvias y el paso constante de volquetes y equipo pesado.