El matrimonio de Karina D., de 22 años, duró menos de un año. Cuando ella le contó a su pareja que estaba embarazada decidieron casarse y vivir con los padres de él. Ella aceptó porque no tenían dinero ni cosas de hogar.Ambos eran bachilleres. Rolando laboraba en una librería y ganaba USD 200 al mes.
Por la situación económica tuvo que emigrar cuando su hija tenía 2 meses. Karina se quedó en la misma casa y la relación con su suegra se tornó problemática.
“Cuando Rolando se marchó, ella asumió todo el poder sobre mí. Me controlaba el tiempo, lo que hacía y cómo hacía las cosas en el hogar. Hasta me prohibió que visitara a mi familia y me limitó el dinero que mi esposo enviaba”, relata Karina.
Según Victoria Ordóñez, comisaria Primera de la Mujer de Cuenca, este tipo de violencia intrafamiliar es otro efecto de la migración y de las relaciones de dependencia. El 15% de las denuncias recibidas, en las dos comisaria del cantón, es de nueras que acusan a sus suegras de maltrato físico o psicológico.
Según el último Censo de Población y Vivienda, 6 146 yernos o nueras viven con sus suegros, en el cantón Cuenca. En Azuay son 8 448. Este fenómeno se da porque son parejas jóvenes sin dinero para vivir solos y por la emigración de uno de los esposos.
Soledad F., también asegura haber sufrido maltrato psicológico de su suegra. Cuando su esposo Franklin S., viajó a España, ella se quedó bajo el cuidado de su familia política. “Mi libertad económica, social y hasta la educación de mis dos hijos dependían de mi suegra. Mi esposo enviaba el dinero mensual a ella”.
La psicóloga y directora de la Corporación Mujer a Mujer de Cuenca, Sofía Cárdenas, dice que esa es otra forma de violencia. Para ella, a veces el esposo da mayores atribuciones a su madre y “si el poder económico está en manos de la suegra hay más conflictos”.
Según Ordóñez, al inicio es común escuchar de los suegros “vengan a vivir con nosotros. Cuando eso ocurre, la suegra se siente con poder sobre la nuera porque es la extraña de la casa”.
Eso le pasó a Karina. Pero hace seis meses se fue a vivir con sus padres. Ellos cuidaban a la niña mientras Karina trabajaba en un almacén porque no quería depender de su esposo. “Mi suegra me insultaba y un día incluso me levantó la mano”.
Karina la denunció en la Comisaría de la Mujer. “Ella lo negó todo y me acusó que abandoné su casa porque tenía otra pareja”. Por eso decidió iniciar el proceso de divorcio. Al inicio Rolando le llamaba para que desistiera del divorcio, “ya nada me convence”.
La Comisaria otorgó a Karina medidas cautelares. “Mi suegra no puede acercarse ni a 10 metros y menos para insultarme”.
Según la comisaria de la Mujer, Diana Cortez, este tipo de violencia física y psicológica de suegras a nueras ocurre más en la zona rural. Ella sostiene que son parejas jóvenes que no cuentan con recursos suficientes para vivir solos arrendando una vivienda.
Para Cortez, las denuncias registradas no reflejan la realidad de lo que ocurre. Hay nueras que por su condición social no denuncian. También hay casos de agresiones de nueras a suegras.
El proceso legal, las medidas cautelares y el asesoramiento
En Cuenca hay dos comisarías de la Mujer. Las oficinas están ubicadas en la calle Benigno Malo 12-36 y Sangurima.
La Comisaría convoca a las partes a una audiencia. Si el caso amerita, dicta sentencia inmediata. Si no investiga.
Son denuncias menores que están previstas en el Código Penal. Con los argumentos de la agraviada se investiga.
Si la agresión produce incapacidad o enfermedad de hasta tres días, la multa es de entre 5 y 30 días de prisión y USD 14 o 28.