Como lo hacía su abuela y su madre, Mercedes Ruiz utiliza un fogón de leña y unas vasijas de barro para preparar la chicha de jora.
“Eso le da sabor y aroma”. Así asegura esta ama de casa de 48 años, mientras menea la harina obtenida de los granos a medio germinar de maíz blanco, canguil, morocho amarillo, morocho blanco, chulpi, trigo y cebada.Utiliza una cuchara de palo, cuyo mango mide 1,50 m. Con ese utensilio dibuja círculos, al interior de una paila dorada, de un metro de diámetro, en donde cocina, durante seis horas, la harina acompañada de agua y panela. En el burbujeante y oloroso líquido flotan hierbas aromáticas.
Esta cotacacheña, de rostro sonriente y cabello negro y largo, cocina la chicha subida a un costado de la estufa, instalada en su casa, para alcanzar a los gigantescos peroles. El panorama lo completan 15 vasijas de barro y 10 pailas de bronce que heredó de sus abuelos y tíos. “Esta tiene 150 años”, dice señalando una vasija, que contiene 80 litros de chicha.
Doña ‘Miche’, como la conocen sus vecinos, ganó el domingo pasado, por séptimo año consecutivo, el concurso a la mejor chicha.
El evento es uno de los números principales de la Fiesta de la Jora, que se realizan en el cantón Cotacachi, desde hace 50 años. La celebración es un homenaje de agradecimiento por las cosechas. Pero, sobre todo, un rescate a la tradición local, como lo idearon los fundadores de esta festividad.
Ese día, la atención de los amantes de esta bebida tradicional se centró en el parque Olmedo. Ahí, un jurado de siete especialistas en gastronomía, cultura y turismo, degustó las siete chichas que se midieron, respondiendo a la invitación del Comité de Fiestas.
Para dar transparencia al concurso, los participantes colocaron, una hora antes de las 12:00, sus vasijas en la mesa del jurado. Entonces nadie sabía quién integraba el jurado ni los que elaboraron las bebidas. La única identificación eran números.
Las vasijas estuvieron decoradas. Ruiz vistió a su envase de barro con una blusa indígena. Laura Unda, otra participante, cubrió su vasija con hojas secas de maíz y la adornó con mazorcas secas….
La chicha de jora simboliza a Cotacachi, asegura el alcalde Alberto Anrango. “La jora refleja la unidad y la interculturalidad en la que vivimos”. Se refiere a que esta fiesta une a los vecinos y a los turistas. Pero también enlaza los saberes indígenas, que elaboraban este producto antes de la llegada de los españoles, con los conocimientos actuales de los que la siguen cultivando, comenta.
Sin embargo, el gusto por elaborar la chicha de jora se ha ido perdiendo. Ese es el criterio de Hypatia Moreno, una de las integrantes del jurado. A sus 75 años recuerda que en su niñez nunca faltaba la bebida en los hogares de los cotacacheños. Estaba destinada a saciar la sed de los trabajadores o animar las fiestas.
Ahora, el Municipio realiza, cada año, este concurso que pone a prueba las recetas centenarias.