Un festival de cometas se realizó en Durán. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
Algunos pequeños no sabían cómo hacerlas volar. Y sus padres no perdieron la oportunidad de enseñarles. Aunque también ellos, por esos minutos, volvieron a ser niños.
“Ahora los chicos solo saben de tecnología. Pero esta es una tradición que debe seguir viva”, dijo Marlon Aldeán después de lograr que su hijo de 6 años mirara al cielo.
Las cometas llenaron de color el cielo de Durán, junto a la cooperativa Abel Gilbert Pontón. El puente que conecta con la isla Santay se convirtió en la plataforma de despegue del festival de cometas organizado por el Municipio del cantón y el Ministerio del Ambiente, que empezó a las 12:00 de este sábado 22 de agosto.
“Es una actividad para las familias y el fin de semana es el mejor momento. Todos los fines de semana registramos unas 500 personas que recorren el puente, rumbo a la isla Santay”, contó Jesenia Sarmiento, directora general de Turismo, Cultura y Patrimonio de la Municipalidad.
Un festival de cometas se realizó en Durán. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
Alejandro Quinde y sus amigos del colegio Benjamin Bloom armaron sus propias cometas. Periódicos, fundas de plásticos, retazos de telas, papeles de colores, pedazos de madera y mucha creatividad fueron los materiales que usaron en clases, con la ayuda de sus maestros.
“El ‘teacher’ colgó un video de cómo hacerlas en el perfil de Facebook del colegio. Y empezamos a armarlas”, recordó el jovencito de 12 años.
El profesor Carlos Mosquera fue quien los guió, pero no solo con consejos teóricos. En la práctica, el docente demostró ser un experto. Logró que la sencilla cometa de Alejandro, de pedazos de periódico, se elevara lo más alto posible.
“El propósito es dar a conocer los juegos tradicionales. Nosotros, los viejos, ya conocemos de esto y lo que estamos haciendo es recuperar la memoria colectiva (…). Estas actividades les ayudan mucho en su desarrollo psicomotriz, porque se esfuerzan confeccionándola y están usando materiales reciclados”, explicó Mosquera.
Quienes no llevaron la suya pudieron comprarlas a USD 5, a vendedores ambulantes que recorrieron el ingreso al puente. Ronny Baquerizo, de 12 años, escogió una parecida a un avión, con colores de camuflaje militar.
En cambio Raúl Castro hizo una de papel. Este jovencito, de 15 años, quiso recordar cuando su padre le enseñó a dejar correr la piola del carrete y dejarla libre en las alturas. “Desde pequeño jugábamos juntos. Solo hay que identificar hacia donde corre el viento y guiarla con la piola”.
El Colectivo Cultural Pata de Cabra también se unió a esta iniciativa. Para este viernes preparan un nuevo encuentro de rescate de otros juegos tradicionales como el trompo y la rayuela, en el parque de la ciudadela Primavera.
La fuerte brisa del río Babahoyo fue cómplice de los participantes, que hasta las 13:00 sumaban 25 en las listas de inscripción. Durante el festival se desarrolló además un concurso para elegir la cometa más grande, la que vuele más alto y la mejor diseñada (con materiales reciclados). Los premios fueron una noche en las cabañas de Isla Santay, un paseo en lancha alrededor del área protegida y una réplica del tren de Durán, elaborada con materiales reciclados.