Desde el terremoto de abril del 2016 se han registrado 4 200 réplicas. Científicos franceses y el Geofísico detectan un desplazamiento con ayuda de GPS. Foto: Pavel Calahorrano/EL COMERCIO
Daría la impresión que en estos dos últimos meses ha habido mucha más actividad sísmica que en otras épocas. Sin embargo, los técnicos aseguran que no es tanto así.
Lo que en realidad sucede es que el país aún se encuentra vulnerable, luego del terremoto 7.8 grados del 16 de abril del 2016. Por la deformación de la capa terrestre (placa Sudamericana) se produce una secuencia sísmica posterior, conocida como réplica.
El día del terremoto, la placa Sudamericana se desplazó 7 metros sobre la de Nazca, que se introdujo un poco más por debajo del continente.
Un grupo de científicos franceses y sus pares del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional establecieron que toda la parte continental se está moviendo hacia el epicentro del terremoto de abril, es decir, hay un reajuste elástico de la corteza. Ese cambio lo detectaron en un estudio con la medición de los GPS instalados en el país.
Este trabajo comenzó dos semanas después del terremoto, a través de la cooperación francesa. Cuando finalice ese análisis y la recolección de información, por ejemplo, se sabrá por qué exactamente hubo deformaciones y por qué hay réplicas y hasta cuándo durarán estos eventos.
Los resultados se conocerán a mediados del próximo año.
“Esto significa que los ecuatorianos seguirán sintiendo más temblores”, sostiene Hugo Yepes, investigador del Geofísico de la Politécnica.
Esta actividad puede durar meses o años, hasta que las placas tectónicas encuentren un nuevo equilibrio, luego de que sufrieron grandes deformaciones por la ruptura.
Precisamente, el sismo de 6.0 grados que ocurrió el pasado 3 de diciembre de 2017 en el norte de Bahía de Caráquez es una de las réplicas del terremoto. Este se produjo cerca de la misma zona donde se originó el fenómeno de abril; es decir, por el contacto de la placa oceánica de Nazca con la Sudamericana.
La Tierra -dice Alexandra Alvarado, directora del Geofísico- trata de acomodarse luego de la fractura que tuvo en abril. Hasta el momento se registran cerca de 4 200 réplicas desde el 2016, según el Geofísico. Una gran mayoría ha tenido origen en el terremoto.
Pero la cantidad total de sismos del año pasado y de este es más alta frente a iguales períodos anteriores. En el 2016 hubo 5 288 y hasta el 4 de diciembre de este año se reportaron 3 085.
En esos valores totales están incluidos los eventos que se produjeron en fuentes distintas, por la misma actividad de las dos placas tectónicas o la activación de las diferentes fallas geológicas.
Por ejemplo, el sismo de 5 grados que sufrió Guayaquil el 17 de noviembre último es uno de esos fenómenos que no se relaciona con el terremoto.
Fue un sismo profundo y no ocasionó grandes daños, como el que ocurrió en 1980 en la zona de Progreso (Guayas). En ese entonces, hubo ocho muertos. Otro de similares características se registró el 28 de abril del 2015, sin víctimas.
La noche del 17 de noviembre también hubo otro movimiento, de 5.8 grados, en Balao, otro cantón de Guayas. Ese fue producido por la actividad de una falla geológica.
Por esos antecedentes, los temblores de noviembre no fueron excepcionales ni extraordinarios. Ese tipo de temblores ocurren siempre por la rotura de rocas de la placa Sudamericana.
Yepes opina que ante este comportamiento sísmico “lo más importante es preguntarnos qué pasará con mi vivienda, la escuela de mis hijos o el lugar donde trabajo”; es decir, si ahora se está construyendo bien o no, si se están haciendo bien o mal las edificaciones, para evitar más desgracias.
“El punto es que vamos a tener terremotos y sismos fuertes en el futuro, pero debemos pensar ¿cuál es el efecto en nuestras estructuras? y ¿qué estamos haciendo?”.