A pesar de que el volcán Tungurahua dejó de expulsar grandes cantidades de ceniza, esta se ha dispersado en los poblados cercanos al coloso. Los niños son los primeros en haber sido afectados.
En las parroquias Cotaló y Huambaló (Tungurahua), por ejemplo, ya se registran casos de infecciones respiratorias, irritación de los ojos y alergias a la piel. Además, desórdenes estomacales. No hay cifras exactas aún de parte del Ministerio de Salud.
En Cotaló, entre el 27 de noviembre y ayer se registraron 25 casos de afecciones respiratorias en niños y niñas. Así lo reportó Jéssica Quinteros, enfermera del Subcentro de Salud de esa parroquia. Esto se complicó desde el fin de semana. La actividad del coloso aumentó y emana continuamente ceniza, piedras incandescentes y chorros de lava, según el reporte diario de los técnicos del Instituto Geofísico.
Sin embargo, en las comunidades Pillate y San Juan, consideradas de mayor riesgo y en alerta naranja, la mayoría de los niños está enfermo. “En esos sitios se diagnosticaron casos de rinofaringitis, faringitis, amigdalitis y bronquitis en los infantes. Todas estas enfermedades son provocadas por la ceniza”, señaló Quinteros.
Diana Villegas, moradora de Pillate, contó que sus dos hijas están con tratamiento médico. “Reciben nebulizaciones (los fármacos son administrados mediante vaporización). Esta semana acudí dos veces a consulta. Mi otra hija tiene problemas con los ojos. Tuve que ponerle gafas para protegerla de la ceniza”.
En el Centro Educativo Ignacio Martínez de Cotaló, el problema es similar. Allí estudian 276 niños y la mitad de ellos tiene problemas respiratorios, según el director Ángel Aguilar. “Los chicos de prebásica son los más vulnerables a los daños. Esto influye en la asistencia a clases”.
Susana Ojeda, moradora, también tiene a sus dos hijas enfermas. “Antes de la reactivación del 22 de noviembre, todos los niños se encontraban bien. Pero su salud se ha deteriorado rápidamente en dos semanas”.
El problema para la profesora Irene Altamirano es que no todos los jóvenes y niños utilizan las mascarillas y gafas repartidas por el Ministerio de Salud Pública.
Con este criterio concuerda Quinteros. “Solo utilizan las mascarillas y las gafas cuando cae la ceniza. Los padres no son conscientes de los efectos que produce en la salud”.
En la parroquia Huambaló, cinco niños tienen problemas estomacales (diarreas). Otros 39, con afecciones respiratorias y tres adultos padecen conjuntivitis, informó Silvia López, enfermera del Hospital de Pelileo. “Estos casos van en aumento. Los niños son los más sensibles. En los adultos, los efectos también son más fuertes”, dijo la enfermera.
En el Hospital de Pelileo, los médicos necesitan USD 30 000 para enfrentar esta emergencia. Por ahora, dijo López, cuentan con antibióticos con normalidad. “Pero si ocurriera una erupción de gran magnitud, no podríamos abastecer a los enfermos. Necesitamos antibióticos, antiinflamantes, cremas, mascarillas y gafas”.
Las afecciones
La ceniza irrita los ojos. Según los médicos, si se frota continuamente podría ocasionarle ceguera a futuro.
En la piel, el polvo volcánico provoca alergias por la presencia de hongos y también la resequedad de la piel.
En la garganta ocasiona inflamación. Se debe utilizar mascarillas o bufandas.
La ceniza en los alimentos desencadena diarreas, especialmente en los niños.